PREMIOS MUJER 2024

Y tras el 28A, el 26M

La principal lectura de las elecciones generales en esta tierra llamada Castilla y León es el batacazo electoral del PP, que bien podría presagiar el fin de una gran etapa de gobierno, que se ha extendido durante más de treinta años. El PP ha sido hasta ahora un partido a prueba de desgaste, erosiones, corruptelas, sucesiones, dedazos y otros vicios. Tantos años de gobierno han servido para generar –como en Andalucía hasta hace poco- una red clientelar sumisa y agradecida, que favorecía la perpetuidad de los sucesivos gobiernos populares sin grandes esfuerzos. Treinta años en los que hasta el PSOE se había acostumbrado a este status quo, este dolce far niente,  que les permitía una supervivencia cómoda, burguesa, con la tranquilidad que ofrecen las viejas capitales de provincia llenas de funcionarios, militares, eclesiásticos, universitarios, profesionales, comerciantes, periodistas, y algún viejo comunista que se entretiene en escribir sus viejas historias del exilio.

Primero llegaron esos jóvenes melenudos en vaqueros que un día se sentaron en la plaza de delante de Botines y comenzaron a gritar que toda esa vida plácida no les representaba, que, como en el 68 francés, había que arrancar los adoquines de  Ordoño II para encontrar la arena de la libertad. La explosión de rebeldía duró poco. Hasta que el alcalde Silván tapó los adoquines con una gruesa capa de asfalto y convirtió la señorial gran avenida de León en una carretera principal de pueblo.

Pasado el primer susto, poco ha durado la alegría y la paz en la acera de Botines, auténtico parlamento ciudadano de León, como diría Crémer. El huracán del cambio ha llegado de la retaguardia, del extremo que mejor guardado creía tener el PP, de esa extrema derecha que tanto le costó a Fraga reconvertir, reconducir y fagocitar. VOX es un experimento que se les ha ido de las manos y ha irrumpido como un elefante entre la fiel infantería popular. La verdad es que el fracaso del PP en la noche electoral del domingo se debe en gran parte a la irrupción de VOX. Su radical mensaje de dios, patria, bandera, rey y España ha arrastrado al PP a conjurar el peligro asumiendo sus postulados. A español de pura cepa no les gana nadie, han venido a decir. Así que se han puesto manos a la obra a predicar la llegada del anticristo si volvía a ganar el felón, traidor, mendaz, rojo y mentiroso de Pedro Sánchez. Y, por una vez, los socialistas no se pusieron nerviosos sino que sacaron la silla a la puerta de la calle y se limitaron a contemplar el espectáculo de la acera de enfrente.

Lo que no esperaban en el PSOE era que la parte más liberal de la derecha se contagiara también de la euforia radical derechista. Y cuando lo advirtieron, sacaron una banqueta, la colocaron delante de la silla y pusieron los pies encima de ella. A contemplar plácidamente el espectáculo. Que prometía. El resultado ya es de todos conocido. El naufragio de las derechas.

¿El resultado del domingo va  a tener consecuencias en las municipales y autonómicas del domingo 26 de mayo? Pues claro. Casado no ha dimitido, Rivera acentúa su radicalidad y los de VOX han recargado los trabucos para volver a echarse al monte. Alcaldes como Silván rezan para que la suma de los nuevos cien mil hijos de San Luis obren el milagro de conservarle el bastón de mando. Pues que se ate los machos porque parece que vienen mal dadas.

 

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