Hace unos días proponía que acabáramos con esta temporada antes de que ella lo haga con nosotros. El primero que se ha apresurado a darla por terminada ha sido Pedro Sánchez. ¡Y de qué manera! La idea estaba en mi anterior post, como dicen ahora los modernos, es decir, el artículo en el que hablaba del cierre de curso. Se publicó coincidiendo con el viaje del presidente del Gobierno a las repúblicas bálticas –Estonia, Letonia y Lituania–, donde recibió una demostración no prevista del trabajo que desarrollan los cazas españoles Eurofighter por cuenta de la OTAN: aparecieron en los radares dos aviones rusos y lo que iba a ser un “tango” (ejercicio de simulacro) se transformó en un “alfa” (alerta real). Se tuvo que abortar la rueda de prensa que iba a dar en ese momento. Casualidad o no, una vez más, los rusos en conflicto con la libertad de prensa.
Después del susto en Siauliai el presidente regresó a España y tuvo que pasar por el mal rato de recordar el 4M al recibir el viernes a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Tanto contratiempo terminó al día siguiente al decidir ser él el que diera el susto a todos los demás. Incluidos los suyos. De un manotazo se llevó por delante el organigrama de Moncloa, el de su Gobierno y casi ya el del PSOE.
Del susto del jueves al del sábado
Los rumoreados cambios en el Ejecutivo se convirtieron, a partir de un aviso de la SER, en una suerte de versión política de la novela ‘Diez negritos’ de Agatha Christie (en lenguaje políticamente correcto titulada ‘Y no quedó ninguno’). A lo largo de la mañana del sábado se fueron conociendo, uno tras otro, los que cesaban, para desconcierto de las solitarias redacciones de fin de semana de verano de los medios y los directivos de guardia de los grandes despachos. Por una vez, los habitualmente bien informados, han reconocido que no se esperaban la escabechina.
Pedro Sánchez se reinventa otra vez
Se ha llevado por delante a todos los que se tenía como suyos, suyos: Carmen Calvo, José Luis Ábalos.. y hasta al ex todopoderoso jefe de gabinete, y mucho más, Iván Redondo: ¿quería ser ministro o dejarlo? El día anterior el equipo de la vicepresidenta primera estaba confirmando su agenda de esta semana, que incluía actos el lunes y la aprobación de su ley fetiche, la ampliación de la de Memoria Histórica, el martes. ¡Cómo debió ser la conversación con Ábalos tras dejar para el final que no cambiaba de cartera, sino que también se iba! Más sorpresas: se queda Fernando Grande-Marlaska en Interior, si no es el más quemado de todos le anda muy cerca. Nadie echará de menos a Arancha González Laya en Exteriores, Rodríguez Uribes en Cultura y Deporte o Pedro Duque en Ciencia e Innovación. Lo mismo hubiera pasado con Teresa Ribera en Transición Ecológica y Reto Demográfico o Reyes Maroto en Industria, Comercio y Turismo –sobre todo en esto último– .
Algo parecido se pudiera decir de ministros de Unidas Podemos, como Alberto Garzón o Manuel Castells, dada su inoperatividad. Pero todos los de este grupo siguen, aunque varios de ellos en realidad ya no están. Supongo que sería difícil acordar unos sustitutos con un partido en estado gaseoso.
Acabar con el pasado y pensar en el futuro electoral
Por tanto, borrón y cuenta nueva. Este Gobierno y el partido que salga del congreso del PSOE en octubre tienen que intentar hacer olvidar el pasado de pandemias gestionadas a trompicones (aunque el Constitucional lo ha devuelto a las sombras del confinamiento y el estado de alarma) y los indultos a independentistas no arrepentidos, además de preparar el nuevo ciclo electoral que comienza dentro de dos años mientras reparte el dinero europeo. Quizá por eso asciende a la derecha del presidente Nadia CaIviño, para que no haya sorpresas económicas ni problemas con Bruselas. Las incorporaciones son más del lado femenino (¿réplicas contra Ayuso?), municipal, de relevo generacional y del partido. Acaba el tiempo de los independientes y asesores a sueldo. Acaban las operaciones de laboratorio (mociones de censura que llevaron a la bofetada sufrida en Madrid). Además, los nuevos son más bien de la mitad este del mapa: Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña y Comunidad Valenciana, fundamentales para el poder territorial socialista. Solo Óscar López, nuevo jefe de gabinete del presidente, se puede decir que es un poco de la otra parte, por antecedentes segovianos y efímero candidato a la Junta de Castilla y León.
El primer equipo de Pedro Sánchez se hizo sin pensar en el partido, después de la guerra que tuvo con los dirigentes de entonces. Ahora, que manda en el PSOE sin oposición, sí ha vuelto la vista a su interior: hay que recuperarlo para la causa, y su causa es movilización electoral para que no se dé por hecho el próximo triunfo de la derecha.
La última superviviente de aquella pelea de las primarias (2017), la andaluza Susana Díaz, relevada también hace pocas fechas, dijo la frase que perseguirá a Sánchez a lo largo del tiempo: “Tu problema no soy yo, Pedro, tu problema eres tú”. En dos años lo veremos.
Ángel M. Alonso Jarrín
@AngelM_ALONSO