Con raíces en la montaña leonesa, Andrés Arribas Cordero (1970) es un artista vasco amante de la pintura y el dibujo.
Realiza obras de colores sobrios que se reducen básicamente a negros, grises, blancos y marrones, aunque en ocasiones amplía la paleta, principalmente en las acuarelas.
Las figuras están realizadas con pinceladas de trazos gruesos, contundentes, conformando el contorno de los personajes en algunas ocasiones o con un marcado carácter expresionista en otras.
Los fondos, generalmente blancos o grises, enfatizan el aspecto tenebrista de las pinturas y las dotan de mayor expresividad.
Es también destacable el nulo interés del artista por representar el espacio dando como resultado unas obras bidimensionales.
Sus creaciones están protagonizadas por personajes anónimos o multitudes, representadas estas últimas como una avalancha de figuras distorsionadas que ocupan la totalidad del lienzo.
La ausencia de indumentaria y las actitudes de las figuras que parecen agitarse por el deseo hacen que la sexualidad se convierta en un rasgo definitorio de las obras.