PREMIOS MUJER 2024

Una nueva esperanza

Pues ya está, la primera década del siglo XXI ya se nos fue, ya quedó atrás. El rey ha muerto… ¡viva el rey! Se nos abre ahora una nueva década ante nuestros ojos, con la revolución tecnológica a punto de estallarnos en las manos y con las fuerzas reaccionarias haciendo más ruido que nunca porque saben, mucho mejor que nosotros, los ciudadanos de a pie, que su filosofía de vida ya no cabe en el nuevo paradigma que se está abriendo paso en este mundo tan loco y extravagante que tenemos.

En España estos años 20 comienzan con el primer gobierno de coalición de izquierdas desde los tiempos de la república. Oigan, es para felicitarse. Y no porque a mi personalmente la izquierda me pone (soy de cuenca minera, que le voy a hacer), sino porque es saludable que haya alternancia de la de verdad. Tuvimos 40 años de dictadura y luego otros 30 de un bipartidismo muy mal disimulado que en los últimos años ya presentaba unas fronteras ideológicas muy difusas entre uno y otro partido. Que entre un partido nuevo (creado a partir del estallido social del 15M, no lo olvidemos) a gobernar en coalición pues, digan lo que digan y le pese a quien le pese, supone un soplo de aire fresco a la, hasta hace poco, anquilosada política española. Lógicamente hay reacciones para todos los gustos, no olvidemos que somos españoles, claro, y que casi nunca nos ponemos de acuerdo en casi nada. Quizás en fútbol, o ni siquiera eso ( me acuerdo de Iniesta cada vez que iba a jugar a San Mamés). El caso es que si hay un gobierno en el que un ministro es comunista y republicano declarado, que uno de sus vicepresidentes tiene coleta, que una de sus ministras es una abogada laboralista que incomoda, y mucho, a la CEOE, y que además la formación de este gobierno haya sido posible gracias a la abstención de independentistas declarados, algunos de ellos herederos directos de aquellos que defendían sus postulados por medio de acciones terroristas pues que quieren que les diga, a mi me parece un triunfo en toda regla de la democracia en España. ¿Por qué, se dirán ustedes? Porque se trata de convivir, de eso va todo esto. Y cuando se convive todos tienen que ceder en pos de lograr el bienestar colectivo. Que un comunista vaya a ser ministro después de 30 años de reinstauración del sistema democrático en España es un signo de madurez. Que unos señores hayan renunciado a la violencia y se hayan integrado en el sistema político español siguiendo sus normas es un signo de madurez. Que unos independentistas catalanes sostengan al gobierno de España con su abstención es un signo de madurez.

Si toda esta amalgama de intereses se juntan y se ponen de acuerdo para gobernar y se gobierna, y la gente de la calle se da cuenta de que todos estos “rojos, vendidos y chavistas puestos ahí por los indepes catalanes y los herederos del terrorismo”, pues caray, que no lo hacen tan mal, ayudaría mucho no, muchísimo, a la convivencia en este país. Porque el miedo a lo desconocido se acabaría, y cuando el miedo dejara de ser un arma para rentabilizar votos, que es lo que se ha estado haciendo aquí en España durante tanto y tanto tiempo, todos, absolutamente todos, y en especial los sectores más a la derecha del espectro político de este país, tendrían que hacer política de verdad, en pos de la convivencia en un país que es como es: contradictorio, orgulloso de su Ñ, pero también orgulloso de sus regiones, sus idiomas, sus costumbres y tradiciones, orgulloso de sus identidades, un país con una pluralidad de naciones, todas ellas orgullosas y cabezonas. Incluso el emperador Carlos V se refería a nosotros como “las españas”. Así somos, y tenemos que congratularnos por ello, porque así como Adolfo Domínguez decía que la arruga es bella, así yo les digo que la diferencia es bella. Dejemos que sean nuestras diferencias las que nos unan.

Así que, si me lo permiten, voy a terminar con el título de esta columna. Este 2020, esta nueva década, para mi representa una nueva esperanza, y como cantaba mi abuelo (Dios lo tenga en su gloria) todas las mañanas al despertarse:

“Esperanza, con la panza, sólo sabe bailar el cha cha chá…., cha cha chá”

 

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