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Lo ecológico está de moda, el culto a lo natural va ganando cada vez más posiciones. También lo artesanal. Eso mismo pensó la emprendedora lacianiega Mª Paz Monteserín cuando presentó a la beca Manuel Villanueva su proyecto para la creación, en el municipio de Villablino, de una fábrica de mermelada ecológica. Un plan que ha sido seleccionado y que será financiado al cien por cien, tal y como ha anunciado este mismo miércoles el propio Juan José Villanueva, promotor de la beca.
La originalidad de este producto artesanal recae en que se trata de una mermelada elaborada con panela, edulcorante que supone la alternativa perfecta al azúcar “ya que no posee calorías vacías, tiene vitaminas y es saludable… aunque el precio es un poco más caro que el azúcar”, comenta emocionada la promotora del proyecto tras conocer que su plan había sido elegido. La idea es, además, emplear frutas ecológicas pero sobre todo, y siempre que así sea posible, utilizar productos locales, insistió Villanueva “que es uno de los aspectos que nos ha gustado mucho de este plan”.
El resultado será un producto gourmet para aquellos paladares “a los que no les importe gastarse unos céntimos más en un artículo de alta calidad y muy elaborado”, comenta el promotor de la beca, a la vez que se muestra muy satisfecho de que el primer proyecto seleccionado sea de una lacianiega. “Es la primera lanza. Esperamos que los vecinos de la comarca respalden esta apuesta y que esos céntimos de diferencia no supongan un impedimento a la hora de adquirir la mermelada”, confiesa.
Porque Mª Paz no es nueva en esto del mundo de las confituras ya que hasta ahora ha fabricado y vendido todo tipo de mermeladas -eso sí, con azúcar- de sabores sorprendentes: fresa con hierbabuena o pera con chocolate negro. La idea de elaborar mermelada con panela “surgió investigando por internet posibles alternativas al azúcar”, reconoce la emprendedora que ya tiene ojeado un local, situado en Villablino, que se ajustaría perfectamente a las necesidades de una fábrica de este tipo.
Una iniciativa que inicialmente generará dos puestos de trabajo, “con vistas de llegar a cinco durante el primer año”, matiza el promotor quien añade que “no vamos a hacer proyectos que creen cien empleos porque necesitaríamos inversiones millonarias. Son inversiones pequeñas pero si el negocio produce lo suficiente se podrían llegar hasta diez o quince puestos de trabajo”.
Y con la idea ya seleccionada, el siguiente paso es la creación de la marca, trabajo que comenzará de forma inminente y que se podría prolongar durante unos tres meses. “Iremos más despacio al principio pero trataremos de que en agosto ya se pueda probar la confitura. Todo depende del tiempo que empleemos en el desarrollo de la marca”, concreta Villanueva.
La beca ‘Manuel Villanueva’
La beca guiará y asesorará a la promotora del plan durante dos años. Lo financiará al cien por cien y a fondo perdido “pero nunca entraremos a formar parte de la compañía, es decir, no ganamos absolutamente nada con estos proyectos. Los beneficios y los problemas serán para su promotor”, subraya Juan José Villanueva.
A partir de este momento, la beca “acompañará” al plan aportando ideas de marketing, especialmente acerca de “cómo vender el producto, cuáles son los canales de venta o cómo abrir los mercados incluso a la exportación que al final es donde está el volumen de venta”, señala el lacianiego que ha querido destacar que éste “es el primer proyecto seleccionado por la beca, pero no quiere decir que no haya un segundo”.
Lo que está claro es que Villanueva ha querido apostar, en primer lugar, por una iniciativa de la comarca. “Se entregaron en total cincuenta y siete proyectos, tanto de gente de aquí como de otros lugares. No había ningún plan que sobresaliera sobre todos los demás, por eso optamos por apoyar a un emprendedor local”. Porque el promotor de la beca ha incidido en que es “mejor respaldar a los vecinos del pueblo y que vean que no tienen que inventar nada nuevo”.
