Ya sé que corro el riesgo de que me traten de poco objetiva, pero tras la celebración del primer debate electoral, sinceramente, creo que no hay color.
Hemos visto a un Igea picajoso, que pretendía apuntarse lo bueno de estos dos años de gobierno para él y dejar cualquier responsabilidad de lo malo para Mañueco. También hemos visto a un Igea sin complejos, porque hay que estar muy “desacomplejado” para arrancar un debate recurriendo a “el valor de la verdad” cuando el mintió descaradamente a sus votantes hace dos años al prometerles un cambio que luego frustró.
Mañueco en su línea, flojito flojito, cayendo casi en el ridículo con tanto sanchismo, y metiéndose en jardines que no sé yo en qué acabarán como ese arranque de sinceridad que tuvo al decir que “nadie más sabe de una operación financiera a las 4 de la mañana en mi despacho con un presidente de una entidad financiera”. El mismo nos está diciendo cómo actúa: a escondidas de todos y de espaldas a los suyos. También quedaron de manifiesto sus contradicciones: promete más participación y sin embargo lo que hace es quitar mesas electorales en las pedanías; dice que se deje trabajar a la justicia mientras el PP de su Salamanca boicotea la acción judicial burlándose con incomparecencias basadas en justificaciones pueriles; tacha de ataque a la democracia la moción de censura que le presenta el PSOE, pero las que el PP presenta en los ayuntamientos de Castilla y León, esas sí valen y fortalecen la democracia.
Y luego está Tudanca. Ante cada simpleza de Mañueco, datos y propuestas. Ha estado ágil y rotundo para desmontar las escasas y vagas propuestas del popular como con ese incontestable “sólo ha dado beneficios fiscales a los ricos”. Y además, se ha querido acordar de El Bierzo resaltando el compromiso con la radioterapia para nuestra comarca.
Mañueco e Igea ya han tenido su oportunidad y nos han demostrado lo que saben hacer cuando gobiernan: tirarse los trastos a la cabeza para ver quien tiene mayor protagonismo, mirar para otro lado frente a los casos de corrupción y sestear, porque la falta de iniciativa ha sido clamorosa.
Ahora es momento de cambio, es el momento de Luis Tudanca. Tiene ganas, arrojo y siente la imperiosa necesidad de transformar en realidad las propuestas pensadas, medidas y consensuadas con colectivos a lo largo y ancho de Castilla y León. Es un hombre que nunca falla, con él nunca te equivocas, no es una cuestión de fe, es una apuesta segura