La alumna de 4º de ESO del IES Obispo Argüelles de Villablino Haida Fernández Cabezas recibió el tercer premio de la IV edición del concurso de microrrelatos contra la violencia de género que organiza la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras en Castilla y León con el objetivo de sensibilizar a los más jóvenes contra esta lacra social. El representante de la federación en Ponferrada, Aurelio Iglesias, fue el encargado este viernes de entregar el galardón, de cincuenta euros, a la joven premiada.
El relato, titulado ‘Ahora gano yo’, narra de una forma cercana a la prosa poética la historia de una joven que es víctima de malos tratos por parte de su pareja. La protagonista, una mujer con alas de ángel y labios rojos, decide denunciar los hechos a la policía. “Por mí y por todas mis compañeras”, es el emotivo final que, utilizando la fórmula de los juegos infantiles, cierra una historia que, lamentablemente, sigue siendo actualmente la de muchas mujeres en este país.
“Vivimos en una sociedad de cobardes donde hacen falta más valientes y Haida con este relato ha dado la cara por ella y por todas sus compañeras”, destacó el sindicalista, quien insistió en la importancia de sensibilizar a los más jóvenes sobre un problema social que sigue estando vigente en la sociedad. Iglesias recordó a los alumnos de Villablino la importancia de “aprender a luchar por los propios derechos sin utilizar la violencia”.
La protagonista de este encuentro literario, Haida Fernández, asegura que invertirá el dinero del premio en una antología poética de la autora argentina Alejandra Pizarnik. “Escribe sobre el amor, la pérdida y el suicidio”, señaló. La acompañaron durante la entrega de premios la jefa del Departamento de Lengua Castellana y Literatura, Susana Fernández, y el profesor José Ramón Muñiz.
El microrrelato de la lacianiega
Me lancé a sus brazos, como quien se tira contra un acantilado pensando que volará. Me gustó tanto el impacto que decidí quedarme allí.
Le gustaba mucho jugar al escondite, dejarme debajo de la culpa donde ni yo misma pudiera encontrarme mientras se quedaba en silencio, esperando a que el tiempo se me clavara tan hondo que volviera corriendo a sus cálidos brazos.
Todo ocurrió lento y silencioso. Me arrancó las alas y lo llamó libertad, me encadenó dentro de un laberinto sin salida con nombre de paraíso y le prendió fuego conmigo dentro. De los restos, renací.
Ahora me pinto los labios de rojo por toda la sangre que perdí contigo y he recuperado. Ahora me curo, me desato de esta condena, toco la pared donde un día te vi cometer tu crimen y digo: “por mí y por todas mis compañeras”.