Es evidente el agotamiento y hartazgo, a la vez que comprensible, que esta pandemia esta provocando. Son muchos meses de restricciones (para algunos), de informaciones (muchas veces contradiciendo de un día para otro). Desde el niño más pequeño hasta el anciano más experimentado, desde el ciudadano de a pie a alguno de nuestros políticos creíbles.
Sin embargo, esto no debe hacernos olvidar que esto no se ha acabado, por muchas ganas que tengamos de que así sea. Si no, esto nos llevará a utilizar teorías simplistas para justificar nuestros actos, aduciendo que el final ya está ahí. Nos llevará a cometer errores como poner como únicas restricciones, previa a las navidades, el uso de la mascarilla en exteriores (cuando luego se la quitan en el bar) y no hacer nada al respecto de las miles de fiestas y reuniones sociales que se produjeron y de las que aún estamos pagando en forma de esta sexta ola…
Nos llevara a justificarnos con el tan extendido: “esto se está haciendo muy largo y tenemos que vivir”.
Teorías como que es bueno que se contagie con todo el mundo, sin tener en cuenta que eso conllevará que muchos se queden por el camino.
Que esta variante es menos grave, porque hay muchos contagios y poca enfermedad grave (porcentajes que quedan muy bien para la estadística, pero que en términos absolutos están produciendo 6.500 fallecidos en esta sexta ola, y los que quedan, cuando en la quinta ola fallecieron 6.400). Por cierto, sexta ola, ya el pesado verano en alguna de mis reflexiones, mencionaba que transcurría otra tras ola y ni los políticos ni la población, parecía que aprendiéramos nada.
Teorías como me han tratado de justificar recientemente, en un brote en un centro: “también pasa en otros sitios”, “es lo que hay”, “debemos ceñirnos al protocolo”, aunque eso conlleve que los casos se multipliquen exponencialmente….consuelo de muchos, consuelo de tontos. Debemos trabajar cada caso individual, viendo a qué nos enfrentamos, en qué condiciones y de qué medios disponemos. No basarnos únicamente en protocolos que hacen tabla rasa y que por ejemplo son incapaces de discernir entre dar el alta a los 7 días (sin pruebas diagnósticas) a trabajadores de cualquier sector de trabajadores que, por ejemplo, trabajan en centros sociosanitarios.
Queremos gripalizar el covid. Una enfermedad, la gripe, que provoca aproximadamente 15.000 muertes al año. Frente al covid, que ha provocado, de momento, 100.000 en 2 años. Una enfermedad, la gripe, que precisa de una vacuna anual, con muy buenos resultados. Cuando para el covid-19, llevamos 3 dosis en un año (con grandes resultados también… pero que todavía deja cifras de hospitalizados y fallecidos alarmantes).
Todos queremos que esto acabe, no cabe duda, y cada vez son más cosas las que se pueden hacer y probablemente más cerca el final del túnel…. Pero no usemos teorías simplistas y usemos la cabeza.
Tino Gil