Lo necesitaba. Le hacía falta. Como si el reloj retrocediese un año atrás Antonio Silván, alcalde de León, se presentaba en el Foro del Ritz, dándose un baño de multitudes, de apoyos y ánimos de casi medio millar de autoridades y representantes de múltiples sectores de León en Madrid y de Madrid pro León.
Hace unos meses fue una cuidada puesta en escena que daba el punto de arranque a su candidatura para presidente regional del Partido Popular en Castilla y León. Y luego pasó lo que pasó. El paseo militar se convirtió en una guerra de guerrillas donde el aparato tenía otro nombre y otro destino para suceder a Herrera en contra del criterio del propio Herrera.
Pero pelillos a la mar. El chip se ha cambiado. A la buena gestión como alcalde de León le está acompañando una estrategia de relaciones a nivel regional y nacional que proyectan su imagen más allá del consistorio leonés. Él siempre responde que «ahora no toca; yo estoy a disposición del partido». Pero lo cierto es que León va bien y el nuevo acto y en el mismo escenario, los foros del Ritz, contemplaron a un Antonio Silván dando a su rival la vitola de ganador y su aparente apoyo total porque él ya está a otra historia, a otros retos… De momento hacer de León una capital más dinámica, más inversionista y con más proyección de como la encontró. Y a fe que lo está logrando. Aún hay más, el alcalde leonés se permitió jugar a estadista recordando el principal mal que aqueja al noroeste español además de la falta de infraestructuras de comunicaciones -no es el caso de León ciudad- y no es otra que la despoblación. La desertización humana que está sufriendo esta zona de la península si no se toman medidas tiene visos de ser un mal de consecuencias demoledoras.