Comenzó Octubre raro en el ambiente general del país y el mismo calificativo se ha extendido a nuestra comarca del Bierzo, desacostumbrada a que las protestas, los cortes de carretera y las huelgas generales las convoquen otros. Estamos saturados de Cataluña y referéndum ilegal. Empachados y apabullados como hoy mismo escuchaba decir por la radio, de los aluviones de mentiras y engaños, a los que hemos tenido que asistir, que si por agua se contaran, habrían puesto fin a la situación de sequia que acaba de declarar La Confederación Hidrográfica Miño-Sil. El Bierzo es legalmente tierra seca. No hacía falta tanta oficialidad para darse cuenta de la gravedad de lo que se nos avecina, como no empiece a llover y no pare en todo el invierno. Tierra seca en lo meteorológico, con un cuarenta por ciento menos de precipitaciones, -si se compara con la lluvia media que cae en un año normal-, que amenaza a los fértiles suelos y a nuestra hoya y montaña berciana, que se han hecho acreedoras, de lo que llamamos con orgullo “microclima” y que suele causar necia hilaridad, cuando lo invocamos fuera de nuestras fronteras. El embalse de Bárcena, el mayor almacén de agua de la comarca, sigue al treinta por ciento de su capacidad, pero el peligro puede acrecentarse, si esa gran infraestructura revienta llevándose la zona urbana de Ponferrada, muy vulnerable, si no se adoptan las medidas de prevención oportunas. Lo advierte en su tesis doctoral una estudiante de León que me ha hecho acordarme, de mi abuela Pura, que siempre tenía muy presente la misma letanía ¿y si revienta el pantano? … Eso es para no pensárselo, y a la Confederación Hidrográfica miramos, la misma que ha decretado esta sequía insoportable que viven muchos pueblos del Bierzo con restricciones y cortes a diario. “No es de justicia que unos derramen agua y otros no tengan para beber”, -condenaba hoy mismo, un alcalde del Bierzo en una entrevista en la radio- . Insólita tierra árida del Bierzo, en un mes de Octubre que “Juliea” y que ha dejado al monte sin moras, sin bellotas, casi sin castañas, que puedan comer los animales salvajes que también forman parte de esta fauna autóctona, que pide a gritos, que llueva, que llueva agua y que lluevan mares de cordura.