El resultado de las elecciones andaluzas del próximo domingo va a provocar toda una serie de reacciones y lecturas a nivel nacional. Esas elecciones son el primer test o examen al que se somete el PSOE, tras su acceso al Gobierno central. Y aunque haya muy poca sintonía política entre el presidente Sánchez y la presidenta Díaz, el PSOE se la juega. Bueno, se la juegan todos. PP, Ciudadanos y Podemos. También van a ser las primeras elecciones de un PP presidido por Casado. Toda una reválida para su estrategia de derechización. Esas elecciones van a marcar tendencia. Y las elecciones autonómicas y municipales están a la vuelta de la esquina.
En León, el candidato socialista a la Alcaldía de la capital, José Antonio Diez, se ha apresurado a presentar en público su candidatura. Lo hizo arropado por la ministra Meritxell Batet y por el también candidato autonómico Tudanca. Estuvieron y aplaudieron todas las familias socialistas. Como debe ser. Bien. Una aliñada puesta en escena. Todos como una piña. Hace falta averiguar si ese acto ha fortalecido los ánimos y la autoestima de los socialistas leoneses. Ya se verá. Por de pronto, al discurso del candidato le faltó concreción y más garra. Hubo quien acudió al acto dispuesto a escuchar un proyecto, con medidas concretas, y se volvió con la sensación de haber asistido a un programa televisivo de Telecinco.
En el PP se está a la espera de que se confirme la candidatura del actual alcalde, Antonio Silván. Pese a la Operación Enredadera, los populares no tienen otro mejor candidato. Y, además, el presidente el PP regional, Mañueco, se ha dejado fotografiar con Silván en varias ocasiones en las últimas semanas. Blanco y en botella. La única alternativa a Silván sólo podría ser una mujer, ninguna, claro está por razones de lealtad, del actual equipo municipal, así que sólo hay un nombre disponible: Teresa Mata, mujer inteligente y con carácter, sobradamente preparada y, eso sí, poco dada a batallas políticas en las que tiene mucho que perder y poco que ganar, salvo, quizás, una ambición política que ya vio colmada con su buena gestión al frente de la Subdelegación del Gobierno.
Ciudadanos saldrá fortalecido de las elecciones andaluzas. Crecerá y será, otra vez, bisagra. Pero en León, el partido naranja es un maremágnum confuso e indeterminado, sin un líder destacado y con estrategias que suben y bajan por una permanente montaña rusa. ¿A qué juega Ciudadanos en León? Nadie lo sabe. Es cierto que el partido está recibiendo tránsfugas, sobre todo del PP, pero no basta con crecer, hay que marcar una dirección y unos objetivos. Vamos, un programa claro. No se puede vivir eternamente al rebufo de los Rivera y las Arrimadas sin aportar algo.
Y en el otro extremo, Podemos y sus círculos. Van por libre. Son otra historia. Aunque tratan de centrar su mensaje con la presentación de ese Plan para León, en el que exigen a la Junta de Castilla y León la inversión de la deuda histórica para con la provincia, que ellos calculan en 672 millones de euros. Está bien que este partido pase de las musas al teatro y que cuantifique sus utopías.
Un último dato.- Al final Vestas tiene una solución final con el anuncio de su compra por parte de Network Steel y la adaptación de la fábrica para una acería de alta tecnología y calidad. Se salvan los empleos y se confirma la proyección estratégica de Villadangos del Páramo. Al fin, una buen noticia para este León tan alicaído de la mano el consenso entre la Junta y el Gobierno Central. Un buen trabajo en común, lo que debería ser una práctica habitual y no una excepción.