PREMIOS MUJER 2024

Pablo Antonio Merino: “la docencia es ver que los alumnos se van formando como personas”

Después de toda una vida dedicado a la enseñanza, Pablo Merino, deja un legado inquebrantable en el instituto Obispo Argüelles
Pablo Antonio Merino Antón en la biblioteca del Obispo Argüelles./ LD

Pablo Antonio Merino Antón, después de toda una vida dedicado a la enseñanza en los institutos, y más concretamente en el I.E.S Obispo Argüelles, deja en las aulas y departamentos de los centros educativos un enorme legado docente.

La Biblioteca impregnada de recuerdos y escenario de miles de actos. Llena de libros y exposiciones artísticas de los alumnos, consiente al espacio un aire de serenidad que solo otorga el paso del tiempo. Pablo Merino, nos recibe con una sonrisa que refleja décadas de vocación y pasión por la enseñanza. Decía entre suspiros apacibles que habrá muchas cuestiones del día a día en el instituto para echar de menos, pero insistía que el trato humano con “los alumnos y el trato con los compañeros es lo que más voy a echar en falta”. Entre sarcasmos y risas confesaba que lo único reprobable y lo que menos echará en falta es “el trato con la administración, eso seguro”.

Han pasado generaciones por esos pasillos, por esa biblioteca y por las lecciones de las asignaturas que impartía “Merino”, como todo los alumnos lo conocían. Más que un profesor, pretendía en todo momento, dar herramientas cívicas a las personas que llegaban a sus clases. “Hace poco, en mi jubilación, una de las cosas que más me escribieron muchos de los estudiantes es que recordaban con cariño esas charlas que teníamos y esos consejos que les daba”, confesaba con un marcado afecto.

Al final, en su largo recorrido como profesor, sus compañeras y compañeros, así como los estudiantes, lo recuerdan y describen como una figura cercana, pero exigente. Él mismo lo reconoce, y es consciente de esa representación. “Hay que dar confianza a los alumnos pero también hay que marcar una líneas, unas metas, unos parámetros de trabajo, y al final los alumnos acaban viendo quien hace las cosas con cariño, quien hace las cosas con respeto y quien hace las cosas con cierta rectitud”.

Están de la Biblioteca con algunos libros. / LD

Una carrera forjada entre pupitres 

Cuando le preguntamos por sus primeros días impartiendo clases y por su predilección por la enseñanza, tomó aire y con los ojos iluminados no dudó ni un segundo en mencionar a sus antecedentes familiares. “Mi referente, mi hermana mayor fue maestra”, una coordenada que inclinó más aún su gusto por la enseñanza, sin embargo lo verdaderamente determinante fue su sensibilidad, desde pequeño, por ayudar a los demás a entender alguna lección. “La vida del instituto, la geografía, la historia, siempre me entusiasmaron, pero desde que era alumno siempre ayudaba a los compañeros a explicarles cosas, y siempre me decían que me entendían bien, tenía cierta facilidad para ello”, afirmaba que nunca se planteó otra alternativa.

Pablo Merino se detuvo un momento antes de continuar, y con una sonrisa -que plasmó de oreja a oreja- aseveró con respecto a los primeros días de enseñanza que lo recuerda vivazmente. “Mis primeros días lo recuerdo muchísimo. Mi primer destino fue en Oviedo, y mi primera clase, que iba a ser de ética, sonó un taladro en la clase adyacente” se detiene y vuelve a soltar una carcajada síntoma de un auténtico recuerdo. “Todavía estaban distribuyendo y ultimando aquel centro. Y lo que hice fue detener la clase, salí a buscar al director y le dije: o paras el taladro o yo no doy clase”. Una dinámica que demuestra el enorme respeto que profesaba Merino a sus alumnos.

Jardín de la parte trasera del Obispo Argüelles. / LD

La educación a través de los años 

A lo largo del sistema educativo español, Pablo Merino ha visto grandes cambios en la sociedad y en gran medida de los avances de las nuevas tecnologías. No tanto del propio sistema educativo confiesa. “El sistema educativo español lleva muchos años dando tumbos. Con unas leyes que lo que menos han tenido en cuenta son las cuestiones pedagógicas. Se dan las mismas cosas durante muchos años, ampliándolas; lo que se llama una espiral, y eso es lo primero que tiene que cambiar.” Afirma que nuestra educación tiene una base positiva, pero que han de mejorarse algunas carencias intrínsecas en el propio sistema. “Tienen que evaluar como se deben adecuar la exposición de los conocimientos a cada edad, y que ciertos conocimientos más conceptuales se deben dar a partir de cursos más elevados, y no empezar dando un poquito al principio, un poquito más de lo mismo otra vez, otro poquito más de lo mismo de nuevo. No tiene sentido. El alumnado español escucha cuarenta veces lo que es el adjetivo y llega al final de su trayectoria académica y no adjetiva bien”.

Por eso demanda a los responsables el imperativo necesario de “hacer una ley consensuada para desarrollarla durante muchos años, y los legisladores deben escuchar a los interesados que son los docentes, alumnos y padres”. No sin antes, seguir apostando por una educación pública y de calidad, de la que Merino afirma tajantemente “se debe invertir más en la educación pública, no somos el país que más destine en cuento al porcentaje del PIB en educación” . Tal vez si esas partidas pudieran desarrollarse, no habría tantos problemas en los edificios de los colegios e institutos de las zonas rurales que viven con constantes problemas estructurales.

En cuanto a los mass media y las nuevas tecnologías explica que “cuando empecé, todo era muy diferente. El papel del profesor era más el de transmitir conocimiento. Hoy en día, con el acceso que tiene los adolescentes a la información, nuestra tarea es la de guiarles en ese mar de datos y enseñarles a discernir”. Tanto en cuando, esos sobre-estímulos de información no dejan ese margen a detenerse, hacer introspección y reflexionar. Precisamente ese tiempo de filtración de información ejercen como medicina para uno mismo, a ser críticos, a cuestionarse las cosas.

Sin embargo, según Merino “la tecnología ha sido una gran aliada, pero también ha traído desafíos. Los estudiantes ahora están más dispersos, y eso nos obliga a reinventarnos constantemente”. No deja de lado la inducción humana que considera inamovible al paso del tiempo en el proceso de la enseñanza. “Por muchas pantallas que existan, lo que al final funciona es el contacto personal, el ejemplo. Un profesor tiene una responsabilidad no solo como académico.”

Departamento de los profesores. / LD

El impacto en las vidas de sus alumnos 

Una de las cuestiones más trascendentales para su trayectoria docente son las graduaciones. Veía en esas celebraciones una copia elitista de los centros académicos americanos. Sin embargo, con el paso de los años ha cambiado esa perspectiva. “Siempre fui un poco receloso de hacer las ceremonias de graduación, pero cuando he visto en alguna de esas celebraciones, a familias enteras con abuelos, abuelas y demás, contentos porque ese alumno era el primero de la familia que conseguía sacar una titulación media, me resultaba gratificante y conmovedor”. Unas palabras que visiblemente hicieron emocionar a Merino cuando se sumaba el recuerdo de aquellos alumnos de los que tuvo guerreros o que les costaba aprobar, y que finalmente podía darles su orla y su beca, y “darles un gran abrazo”. Son momentos especiales, no solo para los alumnos, sino para la unidad familiar herederos de mineros o ganaderos.

Menciona además, que “la formación de una persona no acaba nunca. El instituto es un paso importante, pues es la edad donde se adquieren competencias y herramientas que te pueden servir para toda la vida, pero si en un momento dado no se consigue las metas que se propone, no quiere decir que haya fracasado, sino que puede buscar simplemente otros caminos”. Un consejo que se suma a muchos otros para aquellos estudiantes con los que Merino conversaba. E insistía en la necesidad de poner en esos caminos “amor y curiosidad por seguir aprendiendo lo que sea”, puesto que estos parámetros ayudan de una manera u otra “a ser personas mejores y más independientes, con más personalidad y mayor espíritu crítico”.

Reflexiones desde su jubilación 

Terminábamos la entrevista con reflexiones en torno a las anécdotas y memorias, y corroboraba que “vivimos un momento en el que hay un cuestionamiento en la metodología y los momentos en el aula. Es imprescindible seguir trabajando la comprensión lectora, coger un libro, elaborar de esquemas. Se puede considerar tradicionales pero es la basa”. Tanto es así que evocaba aquellas civilizaciones tan avanzadas en las nuevas tecnologías como pueden ser las guarderías, colegios, institutos e incluso universidad de Silicon Valley, ubicada en el área de la bahía de San Francisco de California, y sede de muchas compañías emergentes y globales de tecnología, y Merino puntualizaba que “los hijos de los gurús de la informática no ven pantallas”. Y seque mientras escuelas de medio mundo se esfuerzan por introducir ordenadores, tabletas, pizarras interactivas y otros prodigios tecnológicos, aquí en el Waldorf of Peninsula, colegio privado donde se educan los hijos de directivos de Apple, Google y otros gigantes tecnológicos, no entra ni una sola pantalla hasta que llegan a secundaria. “Me parece que se deben incorporar las tecnologías pero vamos a realizar el trabajo con los manuales que sigue siendo importante”.

No obstante, se distancia de los nostálgicos. “Pienso que los jóvenes salen mejor preparados que antes, hay muchos que hablan del bachillerato antiguo, del tradicional” pero recalca que no podemos caer constantemente en los mismos errores. “Antes se valoraba lo memorístico, la erudición por encima de todo y ahora estamos en un proceso de adquirir herramientas de competencias y dejando a un lado la erudición”.

Terminaba recordando, ante la pregunta de los logros personales -que no se le ocurría ninguno-, los logros colectivos del centro. “Los últimos de la biblioteca, del club de lectura, de los premios recibidos por los alumnos del centro.” Y una cuestión, que casi forma parte del eje vertebrador de las lecciones de Merino, no entender “la enseñanza si no es como un trabajo en equipo, hemos sido muchas y muchos los que hemos conseguido logros”.

Me despedía con su tranquila sonrisa puesto que pese a estar ya jubilado, aún se encontraba en el proceso de relevo, de ultimar aquellas nociones en su departamento para los nuevos, y sobre todo en mostrar aquellas cosas invisibles -de las que también se implican los profesores- como la caldera del edificio. Acciones que demuestran una vez más, su legado de sabiduría, su dedicación y su amor por la enseñanza. Aunque ya no caminará por los pasillos del IES Obispo Argüelles, su huella perdurará en las generaciones que ayudó a formar.

Pablo Antonio Merino en el patio trasero del Obispo Argüelles. / LD
Print Friendly, PDF & Email

Un comentario en “Pablo Antonio Merino: “la docencia es ver que los alumnos se van formando como personas”

  1. Un gran profesional y mejor persona y compañero de trabajo, un primus inter pares.
    Un lujo para Villablino el haber tenido un docente así de comprometido y amante de su profesión durante tantos años.
    Llegado el tiempo ahora de descansar y hacer otras cosas.
    De parte de un antiguo compañero y profesor maragato del IES Obispo Argüelles y del Valle de Laciana.
    Un abrazo muy fuerte y enhorabuena por tantos años de servicio y trabajo.
    Arsenio García Fuertes

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

INFORMACION SOBRE LA PROTECCIÓN DE DATOS

Responsable: GRUPO NOROESTE EN RED, S.L.
Fin del tratamiento: Controlar el spam, gestión de comentarios.
Legitimación: Tu consentimiento explícito marcando la aceptación de los términos, que quedará reflejado en nuestra base de datos.
Comunicación de los datos: No se comunicarán los datos a terceros salvo por obligación legal.
Derechos: Acceso, rectificación, portabilidad, olvido.
Contacto: administracion@lacianadigital.com.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.