PREMIOS MUJER 2024

‘Osos con futuro’, el proyecto LIFE de la FOP para la adaptación del oso al cambio climático

El plan, que se inició en 2020 y se prolongará hasta 2025, prevé la plantación de 150.000 árboles y arbustos autóctonos, además de 25.000 castaños

Los efectos del cambio climático ya se están notando en la naturaleza de la montaña cantábrica y en las costumbres y alimentación de los osos. Esa es la premisa en la que se basa la Fundación Oso Pardo para que, en octubre del año pasado, empezase a coordinar el proyecto LIFE ‘Osos con Futuro’.

Cuenta como socios del plan, que se prolongará hasta marzo de 2025, con la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, y la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, dependiente de la Junta de Castilla y León. También las administraciones autonómicas de la Junta de Castilla y León y el Principado de Asturias colaboran en el proyecto. El Principado de Asturias contribuye a la financiación y la Fundación Tierra Pura colabora y cofinanza la iniciativa.

El proyecto busca como objetivo general, en palabras de su coordinador, Fernando Ballesteros, mejorar la adaptabilidad del oso pardo al cambio climático en la Cordillera Cantábrica, “permitiendo alcanzar un estado de conservación favorable de la especie a medio y largo plazo”. Y tal fin se consigue promoviendo “las mejores prácticas y soluciones” que favorecen la expansión de los recursos tróficos del oso y la prevención de los conflictos entre osos y humanos.

Mejorar los recursos alimenticios

El proyecto pretende contribuir a la mejora de los recursos alimenticios disponibles mediante la plantación y tratamiento de pequeños bosquetes de especies autóctonas productoras de frutos carnosos para los osos y con baja vulnerabilidad climática, “para compensar la reducción prevista en otros recursos tróficos”, matiza Ballesteros, al tiempo que señala que, si bien es cierto, algunas especies van a sufrir intensamente los efectos del cambio climático, “otras no van a verse tan afectadas” o incluso pueden surgir “oportunidades” para su expansión o su asentamiento y fructificación a mayores altitudes.

Con este proyecto se prevé la plantación de 150.000 árboles y arbustos autóctonos, que serán sobre todo cerezos, manzanos, arraclanes, mostajos y algunas otras especies, además de 25.000 castaños injertados con variedades autóctonas locales y adaptadas a ambientes variados o a la presencia de enfermedades. “Todos los árboles se producen a partir de semillas recogidas en las áreas oseras, sembradas y cuidadas en viveros colaboradores”, explica el coordinador.

Las plantas se colocan en el terreno formando pequeños bosquetes de una hectárea aproximada de tamaño, muy repartidos por el territorio “buscando emplazamientos favorables y teniendo en cuenta los cambios que se van a producir en el clima”.

Equipo FOP recogiendo cereza

Reduciendo conflictos

Un aspecto muy importante del proyecto es que estos pequeños bosques, que serán puntos de alimentación para los osos y otras especies en unos pocos años, se ubican alejados de los pueblos, precisa Ballesteros. Concretamente en lugares definidos con acuerdos con juntas vecinales, ayuntamientos o propietarios particulares.

Cerezos y castaños “proporcionan alimento muy abundante e importante para los osos en momentos estratégicos”. Porque, cabe recordar que, los cerezos dan sus frutos en verano, cuando hay menos abundancia de otros recursos para los osos y cuando se producen normalmente el mayor número de ataques a colmenares.

Por su parte, los castaños producen cosechas “mucho más regulares que robles y hayas y lo hacen en otoño”, apunta Ballesteros, justamente durante “el periodo de hiperfagia de los osos”, cuando tienen que comer mucho para acumular suficientes reservas de grasa para hacer frente a la hibernación.

Estas plantaciones, ubicadas lejos de los núcleos habitados, “serán puntos de atracción” que además contribuirán a “reducir la presencia de los osos buscando alimento cerca de los pueblos”, confiesa el responsable del plan.

Incide también en el hecho de que los osos siempre se han acercado por las noches a los entornos humanos en busca de frutos, si bien es cierto, admite que en los últimos años, “se están presentando algunos casos de osos jóvenes que merodean por los entornos humanos, a veces incluso durante el día”, algo que genera “cierta inquietud”. Ballesteros defiende que este hecho se debe al aumento de la especie y a la despoblación rural “que favorece que queden sin recoger las cosechas de muchos frutales y los pueblos estén cada vez más vacíos”.

Las acciones del proyecto suponen además “una oportunidad de promoción del desarrollo rural,  generación de oportunidades económicas y creación de puestos de trabajo vinculados a la conservación de la naturaleza”. Todos los trabajos de plantación, matiza, van a ser realizados por empresas y cooperativas locales o por cuadrillas formadas por personas desempleadas de los municipios del proyecto, “con lo que la conservación del oso va a contribuir a crear empleo y formación en las propias áreas oseras”.

Además, la promoción de especies como el cerezo, y sobre todo el castaño, “son muy interesantes en estas zonas. El castaño es un árbol con un gran presente y futuro en muchas zonas oseras, y muy especialmente en el noroccidente leonés” por lo que el plan va a promover la plantación de castaños injertados con variedades locales, pero también los tratamientos de mejoras en sotos y bosques de castaño para recuperar la producción de fruto.

Otra parte importante del proyecto será la difusión de los resultados “y de las lecciones aprendidas” y la formación en técnicas de plantación y tratamiento.

Plantación similar a la que plantea este proyecto LIFE llevada a cabo por la FOP

Osos cantábricos y cambio climático

Tal y como defiende Ballesteros, diferentes modelos climáticos y los datos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático prevén para finales de este siglo una disminución de la precipitación de un 15% y un incremento de la temperatura de hasta 4 °C en la Cordillera Cantábrica. Los escenarios de cambio climático regionalizados para España prevén que, en la alta montaña, hacia 2040, las temperaturas máximas invernales subirán unos 2 °C y se reducirá la caída de nieve, “aún más de lo que ya se viene detectando en estos últimos años en los observatorios meteorológicos”.

Estos cambios van a tener “efectos muy graves” sobre muchas especies de fauna y flora, y particularmente “las más adaptadas a la alta montaña”. “Están afectando ya al oso pardo”, defiende Ballesteros, “tanto en su ecología y fisiología, especialmente en lo relacionado con la hibernación” pero también “a la disponibilidad de alimento y la producción de fruto”.

Los estudios científicos, tal y como explica el coordinador del plan, han determinado que “los osos pardos serán más activos durante el invierno, ya que se reducirá el tiempo de hibernación”.  El calentamiento global, dice el experto, “hace más difícil el complejo proceso fisiológico de la hibernación de los osos” favoreciendo que los plantígrados “entren más tarde en las oseras, salgan antes del sueño invernal o incluso no hibernen”. De hecho, en las montañas cantábricas, como en otras zonas del sur de Europa, hay osos que están activos durante el invierno, pero “esa tendencia va a aumentar notablemente y puede ser la norma general para la mayoría de los osos”. 

Ante este escenario, la adaptación del oso y su hábitat frente al cambio climático, a través del proyecto LIFE, contribuirá “a reducir los conflictos con los osos que se acercan a los pueblos, a crear empleo local y a mejorar los conocimientos y las perspectivas futuras de especies tan importantes como el castaño”.

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