Una y otra vez, y así hasta seis. Todo, en poco más de un mes. Un oso viene destrozando de manera reiterada las 19 colmenas de José Quiroga y Óscar Viñeiro en Santa Cruz del Sil, lo que les ha ocasionado hasta el momento más de 5.000 euros de pérdidas (sin contar sus horas de trabajo, que corren ‘por cuenta propia’) y ha dado al traste con sus planes de expansión. Porque no solo es el destrozo en los colmenares, sino la desatención de las abejas, la muerte de las crías, los problemas sanitarios…
Después del primer ataque pusieron la correspondiente denuncia ante la Junta de Castilla y León, al objeto de poder ser indemnizados por el seguro que la administración tiene suscrito para estos casos. El perito acudió al lugar de los hechos, levantó informe y, desde entonces, esperan sin éxito noticias.
“Solo denunciamos el primer ataque porque, la verdad, hay una gran desinformación en este tema, no queríamos equivocarnos”, explica José Quiroga, quien lamenta no solo la lentitud de la administración -“hay apicultores que todavía esperan las indemnizaciones desde el año pasado”, revela- sino la maraña burocrática que envuelve este tipo de ayudas. “Sabemos que estamos en el campo, y que tenemos que lidiar con los animales, con la naturaleza. Pero lo que no puede ser es que el seguro de un coche tenga todo solucionado en 10 días después de un incidente y en este caso tengamos que esperar meses, y sin previsiones de ningún tipo. La protección del oso debe ir acompañada de una mejor gestión de los problemas que puedan surgir de su presencia en zonas donde también se da la presencia humana“, señala.
Imagen del colmenar antes y después: