Nos han dicho que “Madrid es España dentro de España. ¿Qué es Madrid si no es España?”. A la presidenta de la Comunidad de Madrid le faltó decir que, el resto no existe. O si existe es de segunda, tercera, cuarta o ínfima categoría. Puede tomarse como una patochada infantil, pero a mí me ha parecido insultante el ninguneo que hay detrás de estas palabras.
Cierto que los medios de comunicación televisivos siguen esta estela. Pues todo lo que sucede a nivel noticiable parece que sucede en Madrid, u otras grandes ciudades. Las opiniones de la ciudadanía se recogen en las grandes ciudades. Los actos importantes suceden allí, los problemas también suceden en Madrid: Hace calor, en Madrid, Madrid se ve inundada por la nieve, hay paro juvenil, precio de alquileres … Un permanente centralismo de estos medios de información que pagamos entre todos y todas, para que recojan la actualidad de todo el Estado, las opiniones de todo el Estado y los problemas de todo el Estado. Una mínima exigencia debía ser que fueran más equitativos y dieran voz a todos los territorios, especialmente aquellos que más ignorados y silenciados están, e informen de todas las problemáticas, no solo de las urbanas, Los medios que son un servicio público deben informar y analizar las problemáticas diferenciadas y las ventajas diferenciadas.
Este centralismo cultural e ideológico, constante como gotas de lluvia que van calando, crean y normalizan una visión centralista. Por eso ya no nos sorprende que tras la tormenta Filomena, la Comunidad de Madrid pidiera 1.400 millones de euros para arreglar las consecuencias de acumulación de nieve durante una semana de temporal.
Lo mismo parece que va a pasar con los fondos europeos que ahora llegan para la recuperación y resiliencia tras la pandemia Covid19, de los que a España le corresponden gestionar 140.000.000 (ciento cuarenta mil millones de euros). Casi 70.000 millones se desembolsarán en forma de transferencias a fondo perdido, y el resto como préstamos a bajo interés. Estos fondos están destinados a financiar diferentes proyectos públicos y privados seleccionados de entre los que opten a este dinero. Las administraciones públicas y los sectores económicos están ahora elaborando sus propuestas para optar a ellas.
Ya Madrid ha salido pidiendo gestionar un 6% de los mismos, más los proyectos que se presenten a esos fondos. Comparemos esto con lo que el gobierno, por voz de su presidente, el Sr. Sánchez, pretende destinar a las zonas rurales de todo el Estado español: 10.000.000 millones de euros, es decir, para la mayor parte del territorio se plantea dedicar el 7,5% de esos fondos. Lo cual abundará en el desequilibrio histórico que ha ido ahondado la brecha territorial y ampliando la tragedia de la España vaciada.
Una cosa está clara, si se pretende impulsar las zonas rurales. el gobierno central y los gobiernos regionales van a tener que redistribuir los servicios públicos, asegurando que haya accesibilidad en cada pueblo a la sanidad, a la educación, a alternativas de empleo para quienes están en edad laboral, a vías de comunicación digital, a servicios culturales y de ocio, etc. Y todo esto… significa e implica inversión.
La España rural, las Administraciones Locales de la España rural tiene menos capacidad técnica de elaborar proyectos para presentarlos y solicitar estos fondos. No tiene departamentos técnicos, profesionales. equipos de asesores, para elaborar estudios y proyectos Ni iniciativa privada para sumar a esos proyectos. Por eso, si va a ser una distribución de fondos de forma competitiva ¡échate a morir!, como se dice en mi pueblo.
Si lo que se pretende para impulsar el futuro en la zona rural es, o bien potenciar el emprendimiento personal, es decir convertir a la España vaciada en la España de los autónomos, y que soliciten una pequeña ayuda económica para ir “emprendiendo”, mientras lo importante y el bocado grande se lo llevan los grandes de siempre, esto no va a resolver los problemas de inequidad y de abandono sistemático de esta España vaciada. En un modelo capitalista, establecido bajo el paradigma de la competitividad, las pequeñas iniciativas caen más pronto que tarde.
O esa otro idea de concebir el espacio rural como sector primario que produce para la ciudad, y es en la ciudad donde se ubican los servicios, los centros culturales, las actividades de investigación y desarrollo económico. El territorio rural no es un espacio cuya función sea estar ahí para nutrir la ciudad de materias primas, alimentación, o un “espacio vertedero” para macrogranjas, o un “espacio de extracción” de materias dejando arrasado el entorno, o un territorio donde plantar parques eólicos mastodónticos para extraer energía limpia para el consumo de las ciudades, o explotaciones forestales intensivas, que acaban con la biodiversidad para mantener el consumismo energético de la gran ciudad, o extracción de agua, No, no se puede seguir viendo la zona rural como una vaca a la que hay que sobreexplotar y que, cuanta menos gente siga en ella, para que no sean testigos de esa sobreexplotación, mejor.
En la era de internet, el Estado y las CCAA. puede distribuir sus servicios para crear ese tejido: Distribuyendo sus centros de investigación, los institutos tecnológicos, los hubs de ciberseguridad, garantizando comunicación digital pública de fibra y banda ancha, … para que se instalen en los espacios rurales, potenciar la creación de empresas públicas, empresas públicas de energía (rentable si es, viendo los beneficios que se llevan las empresas privatizadas privadas), empresas públicas de investigación y producción…..y presentar estos proyectos a los fondos europeos.
Hemos aprendido, a empujones, que se puede hacer una parte de la gestión con la administración de forma online, compras, las reuniones en las empresas, la docencia de los cursos, relaciones, comunicación, trabajo etc. Por ello es tiempo de que la administración pública se descentralice. No solo los trámites administrativos, sino todos los servicios públicos, incluido los culturales, económicos y sociales. Por ejemplo ¿por qué la filmoteca tiene que estar en una gran ciudad? ¿Y el consejo económico y social?
Los fondos del Plan de recuperación para Europa engloban 6 sectores: (a) investigación e innovación, (b) transiciones climática y digital justas preparación, recuperación y resiliencia, (c) la modernización de políticas tradicionales, como la de cohesión y la política agrícola común, (d) la lucha contra el cambio climático, (e) protección de la biodiversidad e igualdad de género. Y todos estos sectores afectan de lleno a la zona rural.
Por el destino de estos fondos ahora va a haber disputas. Desde las zonas rurales esperamos que haya una planificación de país y no que se vuelva a aplicar aquel dicho de ” quien más llora, más mama” o que quien tenga más poder e influencia, más capacidad de presión, “se lleve el gato al agua”.
Con la utilización que se dé a estos fondos se van a construir los proyectos para el futuro del país, y negro va a ser el futuro de las zonas rurales, con unas administraciones públicas locales con escasas energías y fuerzas para plantear proyectos que compitan con otros más grandes. Esa nueva política industrial que plantea el gobierno tiene que llegar a las zonas rurales. Con la pandemia hemos aprendido muchas cosas y” que inventen ellos” y que produzcan otros, no es una alternativa. Hace falta soberanía alimentaria, energética, farmacéutica, industrial …etc y ahora es la oportunidad, pero redistribuida territorialmente.
Tiene que haber profundos cambios si se quiere tener un país cohesionado y las oportunidades laborales, sociales, culturales. tienen que ser para todos los territorios. La ciudadanía de las zonas rurales no es ciudadanía de segunda. No es tiempo de silencio de las poblaciones rurales. Virgilio en la Eneida afirmaba que tenía miedo a los griegos incluso cuando traían regalos, como los fondos de reconstrucción y resiliencia que, a cambio de su concesión, Europa exige mantener las reformas laborales y cambios en el sistema de pensiones. Esperemos que de estos fondos de reconstrucción y resiliencia no llegue a las zonas rurales solo esta parte B.
Eloína Terrón