Villablino acogió este pasado viernes un acto en la Casa de la Cultura sobre las huelgas mineras de 1962. Los responsables de la conferencia fueron un profesor de la Universidad de Oviedo, Rubén Vega, y otro de la Universidad de León, Javier Rodríguez. El acto estaba organizado por Comisiones Obreras, dentro del programa que el sindicato ha preparado por el LX aniversario de estos acontecimientos.
Conocida en Asturias como “La Huelgona”, la protesta se llegó a extender a 28 provincias e implicó a 300.000 trabajadores de toda España. En la provincia de León, se cifran en 21.664 los mineros que tomaron parte en este paro.
Iniciadas en abril de ese año 62 y silenciadas por la prensa del régimen, las huelgas en la minería de 1962 alcanzaban el 24 de mayo su oficialidad al publicarse en el Boe medidas de excepción debido a la conflictividad laboral en varias provincias del cantábrico.
Gracias al relato de estos dos profesores, los asistentes a la charla pudieron conocer no solo el desarrollo de la protesta sino también sus consecuencias, sobre todo a tres niveles: el laboral, el sindical y el político.
En el primer caso, se consiguió que el Gobierno firmara una subvención a la producción de carbón, finalista esta y que debía repercutir en el salario de los mineros. En el plano organizativo, se lee esta revuelta como el origen de Comisiones Obreras (se crearon células y agrupaciones con vocación de permanencia en muchos puntos de España, sobre todo en el norte) y, además, se entiende que el franquismo aceptó como interlocutor a dichas organizaciones, al margen del llamado sindicato vertical.
El lo político, los conferenciantes señalaron cómo, tras las huelgas de 1962, se consiguieron pequeños avances en materia de libertad de expresión y prensa. El proceso para ello arrancaría de la propia censura, que habría (al silenciar las huelgas) llevado a los españoles a recurrir a la prensa extranjera. En Italia, por ejemplo, aseguraron los conferenciantes, se hizo un seguimiento alto de las huelgas y salió a la luz “todo lo que faltaba” en nuestro país en materia de derechos laborales y libertades.
Según Rubén Vega, el propio estado se dio cuenta (y así rezaba un informe) de que “la censura contra toda evidencia nos perjudica”, lo que sumado a un manifiesto impulsado por intelectuales de las letras y la cultura a favor de una apertura en materia de libertad de expresión, desembocaría en la sustitución de Gabriel Arias-Salgado por Manuel Fraga como ministro de Información en julio de ese mismo año 62 -y con el fin de la censura previa (la obligación de toda publicación de dar cuenta con anterioridad de lo que se iba a publicar o radiar), por lo que se abrieron espacios para que hubiera “algo más de periodismo”, aun permaneciendo otras medidas coercitivas.
Las huelgas del 62 y sus consecuencias, a juicio de este profesor de la Universidad de Oviedo, impulsarían una serie de conquistas sociales y democráticas sin las cuales el relato de la Transición como “pacto entre élites” no podría haber sucedido, ya que, aseguró, fue desde la base de la sociedad desde donde nacieron y crecieron esas reclamaciones de “cultura democrática”.