No hay una tradición tan arraigada en Laciana como la marcha atlética al santuario de Carrasconte que precisamente el año pasado cumplió medio siglo. Religiosamente, como cada 14 de agosto, los corredores con antorcha en mano iniciaron su peregrinaje hasta el templo desde Caboalles de Arriba. En su camino atravesaron diferentes puntos del municipio; Caboalles de Abajo, Villager, Villablino o Villaseca donde se fueron sumando más participantes. Otros muchos, lacianiegos o visitantes, da igual, inundaron las calles para vitorear a su paso a los corredores.
Fue precisamente en la pedanía de Caboalles de Abajo donde la marcha se detuvo al paso del féretro del lacianiego Emilio Rubial para brindar un cálido adiós al deportista a modo de aplauso. El ciclista profesional, muy conocido y querido en la comarca, cosechó gloriosas victorias en el mundo de este deporte.
Y después de esta parada, los participantes, una vez llegados al templo, depositaron en el altar la corona de flores a modo de ofrenda para la Virgen. Quizás por tradición, por religión, por cultura o por deporte, la marcha atlética a Carrasconte siempre consigue congregar a un nutrido grupo de corredores. No falla. Y no solo eso ya que durante toda la jornada del día 15 se sucederán numerosas peregrinaciones hacia el santuario para cumplir alguna promesa o pedir la intersección de la Virgen en sus deseos. Es un día de misa, de ofrendas florales y limosnas, de comida campestre y visita obligada a los tradicionales puestos.
Hace ya muchos años que la romería popular a Carrasconte fue reconocida por la Diputación de León como una manifestación de Interés Turístico Provincial “por su singularidad y marcada tradición que constituyen el reflejo más fiel de la civilización y herencia histórica y cultural de León y por lo que es indudable merecedora de este reconocimiento”. De hecho, los primeros documentos escritos que hacen referencia a esta tradición datan del siglo XVII.