“La última hora” es un digital colorido y pendenciero, sostenido por Podemos según parece, que incluye en su menú de todos los días ataques al Rey Felipe VI, vituperios a los partidos Popular y Vox a los que vincula machaconamente con Hitler, la defensa a ultranza de Pablo Iglesias acorralado por la injusta Justicia y, de postre, un video-editorial pontificando sobre lo divino y lo humano, de su directora: Dina Bousselham.
Sí, sí, la misma Dina que, en el farfulleo de su vida pública y privada recogida en la tarjeta de su móvil, después robada, más tarde ocultada y destruida, y ahora enterrada en 63 folios que son los que contienen el novelesco Auto del magistrado de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón –de lectura recomendada si no obligatoria–, tiene contra las cuerdas al mismísimo vicepresidente segundo del Gobierno: Pablo Iglesias.
En el camino de esta trapisonda quedan otros personajes secundarios pero muy importantes, como Antonio Asensio Mosbah, presidente del Grupo Zeta, que es uno de los que saben de verdad el contenido de la famosa tarjeta –a saber si previo copioso pago a otros–, y que inicia el embrollo al llamar a Pablo Iglesias para mostrárselo en privado y no a Dina, que sería lo más lógico, creyéndolos pareja el uno de la otra y viceversa –Pablo Iglesias y Dina Bousselham–, tipo de asociación negada más de tres veces por el vicepresidente segundo, incluso en sede judicial.
(Un inciso en recuerdo de Antonio Asensio Pizarro, fallecido en 2001, padre del actual Antonio Asensio y fundador del Grupo Zeta, cuya biografía parece que comienza entonces pero no, que antes ya la tuvo y bien movida, que por no ser tiempos de internet está bien enterrada y ni rastro de Ana Editorial, por ejemplo, que de los tres socios Antonio era uno, el único que prosperó dejando a los demás en la cuneta en aquellos buenos años de los setenta, y que a saber qué habría hecho él en el caso de su hijo, a todas luces más prudente y moderado).
Conviene no seguir desenredando la madeja y tirando del hilo para no aturullar a mis lectores, que bastante tienen, para fijar la atención en la paradoja anunciada: al tiempo Dina amiga y enemiga de Pablo Iglesias, como también al tiempo Pablo Iglesias enemigo y benefactor de Dina Bousselham.
Yo, para serles sincero, no lo entiendo salvo que cartas ocultas jueguen en ambas manos –las de ambos, vaya–, anulando de este modo sus efectos, al menos de momento, que nunca se sabe dónde los asuntos políticos y los de faldas nos pueden llevar.
Juan M. Martínez Valdueza
11 de octubre de 2020