Y al volver la vista atrás…, todavía se percibe en la retina de todos los que la vivimos, la Marcha más negra en defensa del carbón. En el asfalto ha quedado grabado ese reguero de reivindicación marcado con polvo de carbón, que todavía cubre el Valle de Laciana, de donde salía en 1992, la primera marcha minera que logró mover conciencias en el gobierno de España. Hoy en día, ni hay gobierno con conciencia que apueste por ello, ni futuro para el carbón. Y no lo hay porque no hay voluntad política de resolverlo, ni a la derecha, ni a la izquierda, ni en el centro, ni en los extremos. Aquí no hay ejecutivo político que se quiera manchar con sus decisiones sobre el carbón y punto. En todos los territorios mineros lo saben, pero en Laciana cuna del carbón lo sufren especialmente, y lo sangran todavía más, cuando estos días tienen que ver pasar delante de sus caras, de sus casas y de sus minas, el mineral que viene de otras cuencas, mientras el nuestro se fosiliza tanto ó más que las decisiones que el sector sigue esperando que lleguen desde Madrid y de Bruselas.
Hace 25 años, estallaba la revuelta de los trabajadores contra las pretensiones de cierre y regulaciones de empleo en la industria que fue responsable en gran medida del futuro próspero de esta tierra y que está asistiendo sin poder remediarlo, al drama de la despoblación en territorios como el nuestro que también ha parido mucha antracita. Esta palabras que ya escribí hace unos años, vuelven a cobrar actualidad, ahora que el Ayuntamiento de Villablino ha organizado una serie de actos para conmemorar los 25 años que se cumplen de aquella gesta protagonizada por cientos de mineros, que recorrieron andando por etapas, los 500 kilómetros que separan Villaseca de Laciana y Madrid. Dieciocho etapas para llegar un frío día de marzo, frente al Ministerio de Industria. El kilómetro cero de la más ejemplar lucha laboral, que dio paso a otras, que siguieron la estela de la primera e irrepetible marcha negra. El 25 de marzo, el Ayuntamiento de Villablino, nos propone una serie de actos, que tendrán proyección de fotos y un coloquio. Luego, se descubrirá una placa conmemorativa junto al Ayuntamiento de Villablino y una lámpara minera. A continuación, habrá una caminata hasta el pozo Calderón, donde ocho mineros se encerraron mientras sus compañeros caminaban hacia Madrid. Guillermo Murias, Luciano Leiguarda, José Manuel Bruzos, Adolfo Bernardo, Manuel Lastra, Enrique Pancorbo, José Luis Lago y Alfredo García, protagonistas del mayor encierro laboral que se conoce. Enterrados con humedad, sin luz y en condiciones tremendamente duras que todos nos podemos imaginar, haciendo fuerza desde dentro del Pozo Calderón. Salían a la luz en un mes de marzo de hace 25 años, en medio de una impresionante nevada, que impedía realizar con facilidad el trabajo de los periodistas, pero aún así lo hicimos con orgullo y con la sensibilidad a flor de piel. No hay sensación comparable al privilegio de poder contar día a día en la radio lo que estaba pasando en las etapas, con su dureza, y el ejemplo que a todos nos daban esos luchadores. Con coraje y valor. La Marcha Negra del 92, tuvo un final feliz y razonable, donde pocos perdieron. Posiblemente, según las palabras de uno de esos protagonistas, en algo estamos peor: hay menos fuerza y menos capacidad de lucha en contra de las decisiones que puedan afectar a nuestros intereses. El pozo Calderón está 25 años después, cerrado, y lo decimos con nostalgia, la misma que sentimos recordando esa Marcha Negra, que seguirá siendo la Biblia de la reivindicación obrera, en la que convendría mirarse, más a menudo.