Vengo repitiendo, sistemáticamente y desde hace décadas, lo costoso que resulta mantener un cierto hilo en relación con asuntos sensibles pero rotundos tales como aquellos hechos históricos por vividos fuera de duda, a pesar de los vientos que pueden arrasar alma y hacienda del que así lo mantiene si no casa con lo que algunos, muchos o casi todos dicen que toca —elevando el tono y el desprecio y la amenaza—, que hay que tener huevos y pocos los tienen para sostenella y no enmendalla. En público, claro, que en muy privado sale gratis.
Todo esto viene a cuento del reciente paseo neocolonial de don Timothy —nacido en 1969— deponiendo en los medios españoles su “experiencia” sobre los autoritarismos que en el mundo han sido y hoy son. Incluyendo, como no podía ser menos, aquellos autoritarismos españoles que a su saber y entender emergen vía elecciones andaluzas y que forman, cómo no de nuevo, parte de la confabulación mundial de las derechas extremas para abolir la democracia y postrar al mundo a los pies de Rusia y de su presidente: Vladimir Vladímirovich Putin.
Tienen y han tenido los historiadores anglosajones, con muy contadas excepciones, una empanada mental más que notable con la historia de España en general y con nuestros tiempos modernos —nos ceñiremos al pasado siglo y al presente— en particular.
Popes hoy de la izquierda cavernaria y detentadores por usurpación de los valores democráticos —como don Timothy, don Ian, don Paul, etc.—, nos vienen diciendo sin pudor alguno qué hemos sido, somos y seremos los españoles con el sumiso y humillante aplauso, eso sí, de sus adláteres de estas tierras, que son muchos y que militan, como ellos, en la misma izquierda cavernaria y también detentadora por usurpación de los valores democráticos.
Don Timothy: un poco más de respeto a la inteligencia.
Son tantas las tonterías que ha “depuesto” en sus gloriosas intervenciones que no merecen ni siquiera un “comentario de texto” y menos un debate medio serio sobre la realidad española, de ayer y de hoy, que desconoce y se imagina desde su púlpito de profesor de Historia en la Universidad de Yale.
Juan Manuel Martínez Valdueza
5 de diciembre de 2018