Ahora que todos los males de la sanidad publica parece que son culpa de la pandemia covid, es bueno recordar que la mayoría de los males de hoy (sobre todo en Atención Primaria) son producto de una mala planificación y de años de dejadez.
Son muchos los profesionales que se quejan de la sobrecarga de trabajo, consultas sin médico o enfermera, etc. Hace 15 años ya se veían 70 pacientes al día (que se lo pregunten a los compañeros del Ponferrrada II, por poner un ejemplo) y haciendo las recetas y partes de baja a mano; ya había consultas sin sustituir, se hacían guardias de fin de semana de 48 horas y sin libranzas de guardia. No es una crítica a la reivindicación actual, que es lícita, es una crítica a que la falta de profesionales es un problema de planificación (por qué en el mismo aula de una facultad de medicina hace 40 años entraban 300, 400 o más y hace veinte sólo 135…entre uno y otro extremo puede haber un punto intermedio).
La cruda realidad, es que este problema de la ausencia de profesionales no se va a solucionar creando 1500 plazas de profesionales, como han prometido. Que más da que haya plazas si no hay quien las ocupe. La falta de profesionales no se va a solucionar aunque se acabe la pandemia. Este es otro punto importante, en estos meses parece que sólo ha existido covid…hay otras muchas patologías, controles, prevención. No puede ser que la Atención Primaria tenga lista de espera.
La cruda realidad es que la mala planificación de las últimas décadas va a pasar factura. Para tratar de paliar los problemas de la sanidad pública se arrasa con los pocos profesionales que hay en el ámbito privado, con el consiguiente problema para ese sector, pero secundariamente, también, para el sector público ( si una residencia de ancianos no tiene profesionales…¿dónde van a acabar esos ancianos?…en los servicios de urgencias: malo para el anciano y malo para urgencias.
La cruda realidad es que nuestro sistema público de salud, envidia de todos los países hasta hace no mucho, se desangra poco a poco…salvándose por la tozudez y profesionalidad de algunos compañeros empeñados en no dejar hundirse al barco.
La cruda realidad es la que es, con una difícil solución a corto plazo, que requerirá del esfuerzo de unos, la comprensión de los otros y la racionalidad de nuestros dirigentes a la hora de tomar decisiones.
Tino Gil, médico en residencias de mayores