El doctor ingeniero de Minas y catedrático de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Oviedo, Pedro Riesgo, que declaró este lunes como perito judicial en la vista que se sigue en León por la muerte de seis mineros de la Hullera Vasco Leonesa el 28 de octubre de 2013, afirmó, entre sus conclusiones, que “la causa última del accidente es que no se ejercieron adecuadamente las funciones en materia de seguridad y salud laboral”.
A juicio del equipo que elaboró el informe del que quiso matizar varios aspectos, la explotación donde tuvo lugar el siniestro presentaba las condiciones pertinentes para haber sido declarada como de cuarta categoría -era de tercera- lo que hubiese implicado medidas como un servicio encargado de la prevención y lucha contra los DI (Desprendimientos Instantáneos) o una estación subterránea de socorro.
Entre las precisiones que manifestó y por las que los abogados defensores plantearon sendas protestas, se encuentra el error de tipo topográfico al que se ha aludido durante el proceso y que a su juicio influyó en decisiones posteriores erróneas. “Pensaban que la planta superior estaba mucho más encima de lo que estaba realmente. Los tiros posteriores calaban a la bóveda y eso, creo, causó, que no se tomaran otras medidas reactivas ante la existencia de bóveda”, declaró. “Es indiscutible que desconocían dónde se encontraban en relación con la planta superior”, reiteró.
Respecto a la ubicación de los electroventiladores, precisó que sí cumplía las normas básicas de seguridad minera y la ITC (Instrucción Técnica Complementaria), aunque mantuvo que no se tuvieron en cuentan los datos de monitorización ambiental “que evidenciaban las deficiencias del sistema de ventilación y su inadecuada ubicación”, algo que refirió sobre el taller afectado y que hizo extensible a todo el pozo minero.
Añadió que si bien resulta imposible predecir un fenómeno gasodinámico de la magnitud del ocurrido, con una invasión masiva de grisú, señaló que había “indicios de riesgo” y que “no se tomaron las medidas suficientes ante lo avisos de que se desprendía mucho metano y que existía bóveda, pero sí se tomaron medidas que no sirvieron para proteger la explotación frente a ese fenómeno”.
También reseñó deficiencias en la estructura organizativa de la compañía cuando ocurrió el accidente. “El tajo estaba bien llevado pero el resto de las cosas no funcionaban en la mina. ¿Qué funcionaba adecuadamente? Pues no lo sé”, manifestó.
Por su parte, el ingeniero de Minas José María Rivas Cid, testigo perito que elaboró un informe sobre la monitorización y ventilación de la explotación, manifestó que las medidas tomadas por la compañía en la materia eran “más que adecuadas”. A su juicio, la tragedia se produjo por un fenómeno gasodinámico y no por por un derrumbamiento de bóveda.
Sobre el análisis del control ambiental del día del accidente, señaló que una vez que los metanómetros quedaron bloqueados al superar un nivel de un cinco por ciento, cabe tener en cuenta datos del anemómetro que, en un momento determinado posterior a la subida del metano, se registró un aumento de la velocidad del viento sin justificación aparente en el pozo de ventilación. “Se ha producido una sobre-presión brusca, que ha generado un aumento de la velocidad en el pozo de ventilación, una onda de presión que ha barrido la galería del séptimo, originado por una emisión súbita de grisú”, apuntó. También manifestó que la ubicación o el tamaño de los sistemas de ventilación no influyó en la el fatal desenlace del incidente.
El que fuera jefe del Servicio de Topografía de la Hullera Vasco Leonesa cuando ocurrió el siniestro, José Ramón Fernández, compareció también como testigo perito y respondió a numerosas preguntas sobre el error detectado en un plano de la galería siniestrada. “Hubo un error en la representación de la galería y se subsanó”, reiteró. El testigo, que elaboró en su día un informe cuyo contenido ratificó, comentó durante su testimonio que en los planos de la explotación aportados por la Junta figuraban “datos incorrectos” y confirmó que nadie del Servicio de Minas contactó con algún miembro del Servicio de Topografía de la compañía.
Por su parte, los médicos forenses que prestaron declaración este lunes confirmaron que el alto contenido en metano del aire que respiraron, que desplazó al oxígeno, fue la causa de la muerte de los seis mineros y que la pérdida de conocimiento de las víctimas tuvo que producirse de manera “necesariamente rápida” sin lograr desplazarse del lugar en el que se encontraban.