Es jefa de farmacia en el Hospital del Bierzo desde 2007. Y es lacianiega. De pura cepa. Miriam Rodríguez ha sido la pregonera de las fiestas en honor a San Roque 2021. Discurso el de este sábado en tono alegre pero mirando hacia atrás. Homenajeando, en primer lugar, “a todos aquellos que han sufrido COVID-19 u otra enfermedad y sobre todo a los que nos han dejado durante estos meses”.
Y recapitulando, recordando cómo durante el confinamiento, el departamento de farmacia que ella dirige, “acercó a sus casas la medicación a todos aquellos que la recogen en el hospital y que no podían hacerlo. Supuso un enorme esfuerzo logístico”. Consiguieron superar el reto y recibir como recompensa “los aplausos y la emoción de los pacientes cuando llegábamos a sus casas”.
Ahora confía en que, cuando la situación se normalice, “poder retomar algún proyecto que teníamos en mente para acercar la medicación hospitalaria a personas con problemas de desplazamiento, familiares o socioeconómicos”. Porque Rodríguez gestiona la friolera de 25 millones de euros al año y “es una gran responsabilidad” ya que, tal y como explicó la pregonera, “si te ponen un contraste lo he comprado yo, si te ponen una quimio la habremos preparado en Farmacia…”.
Para poder desempeñar su labor, la lacianiega tiene una máxima, “atender a cada paciente como si fuera tu padre, tu hijo o tu hermano”, si bien es cierto admite que “eso no siempre ocurre. No somos héroes, somos personas humanas y tenemos fallos y a veces tampoco tenemos todos los medios que nos gustarían”.
Volviendo a su tierra, a sus raíces, Miriam Rodríguez, que aunque vive en Ponferrada continúa muy vinculada a Laciana y la visita con asiduidad, confesó que en San Miguel tiene su casa con mayúsculas donde comparte con sus vecinos “una fuerte identidad de pertenencia a ‘La Campanona’. “El sitio al que pertenezco, el sitio de mi recreo… Es la casa donde nací”, dijo emocionada.
También recordó a sus padres, y especialmente a Julio el de Santa Lucía. “A él le debo haber nacido lacianiega, en vez de carbayona como mis hermanos, ya que tuvo la iniciativa de venir desde Asturias a San Miguel, allá por los años 50, y poner los cimientos de la empresa familiar”.
Aunque no es hija de minero sí se siente hija del carbón “ya que soy consciente de haber vivido de la mina durante toda mi vida. De niña por la empresa familiar, más tarde porque me casé con un minero”. En su camino encontró al de Caboalles de Abajo, con el que forma “un tándem maravilloso”. Con él vivió las huelgas, la marcha minera, las prejubilaciones, el cierre de la minería…
Para finalizar, Miriam Rodríguez tuvo palabras para sus vecinos de San Miguel, sus maestros, sus compañeros de la generación del 67 y los hosteleros del valle “que lo están pasando mal, al igual que otros muchos negocios”. Y así despidió su discurso, animando a vecinos y visitantes a disfrutar de la gastronomía de esta tierra. Reíros mucho y saludaros aunque sea con las nuevas formas que hemos aprendido y ante todo intentad ser felices y hacer felices a los que os rodean”.