PREMIOS MUJER 2024

Guerra

Empleamos el ardid de dulcificar palabras rotundas con adjetivos. Vana pretensión la de hechizar el sustantivo con este recurso. Días estos que han devuelto la contundencia perversa del término guerra a su configuración, como uno, posiblemente el más despiadado, de los cuatro jinetes del Apocalipsis.

El siglo XXI, y su adanismo recalcitrante, presentó en sociedad el fin de la historia. Necesario refundarla. En vanguardia del propósito, construir un nuevo lenguaje que se aupara la fiesta esbozada al remolque de las nuevas tecnologías e ideologías liberadoras de esclavitudes del pasado.

Guerra es palabra que no encaja en las ensoñaciones del nuevo orden, pero los hechos son tozudos. El belicismo no dimite de la miseria arrastrada durante milenios. En las retinas de un buen observador, la imagen de 2001, una odisea del espacio, en la que el homínido descubre el poder destructor de un fémur para imponer la ley del terror. En el Génesis, el tercer hombre declaró  la hostilidad al cuarto, liquidándole. Así, hasta nuestros días.

Los chamanes del buen rollo sacaron del zurrón las voces amables que iban a edulcorar la antipática voz. El adjetivo es el silenciador de la pistola que no ha dejado de humear. Guerra recibe acompañamientos para desnaturalizar su maldad intrínseca. Palabras como cibernética, comercial, económica, étnica, galáctica y sigan con algunas más, ayudaban a leer conceptos reducidos artificialmente en brutalidad.

Con esa lexicografía bélica de nuevo cuño, el hombre frivolizó con el drama. Los añadidos sugerían combates en tableros incruentos, ausentes del terror que en toda persona suscita el ulular de las sirenas, el estampido de bombas y proyectiles, el aquelarre de las masas de refugiados y la pesadilla de miles de vidas segadas.

Ucrania ha devuelto al mundo una realidad: las guerras se identifican por sí mismas con el nombre en bruto; no necesitan de apellidos ilustres para colarse de rondón en la  condición humana de los tiranos y asesinos que las declaran y propagan.

ÁNGEL ALONSO

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