“Hoy es viernes y hace 12 bajo cero, que es un alivio. Se han vuelto a abrir las escuelas, las iglesias, los centros de trabajo y las tiendas. Todo ha estado cerrado desde el lunes, incluidos los supermercados, con sus estanterías vacías. El servicio postal se cortó y la mayoría de las empresas pidieron a sus empleados que trabajaran desde casa. Ya se empieza ver gente en la calle y algunos coches”, nos explica a través de Facebook Bill Acuña, nacido y residente en Chicago, que en los 90 vino a España a estudiar en León y en Madrid. “Después de haber vivido cuatro años en España sé que hay mejores sitios que Chicago para pasar los meses de enero y febrero, León, por ejemplo”, nos comenta.
Porque, aunque como dice Bill, ya ha pasado el ‘vórtice polar’ , “en ‘Chiberia’ -bromea por Chicago y Siberia- sabemos que vendrá otro; se caracterizan por hacernos estar ‘presos’ en casa alguna que otra semana. A 50 bajo cero no se puede estar fuera más de cuatro minutos, a partir de ahí empiezan la hipotermia y los síntomas de congelación”.
El frío extremo no solo impide salir de casa sino que complica cualquier actividad. “Nuestros perros no aguantaban ni dos minutos fuera. Para sacarlos al jardín de casa tuvimos que ponernos ropa interior térmica, dos pantalones, dos pares de calcetines, botas, sudaderas y abrigo… y taparnos bien la cabeza, la cara y las manos”, señala. Más allá del jardín no había nada más que hielo y nieve, nadie por la calle.
Chicago empezó la semana con 10 centímetros de nieve. “Los traslados con el coche se complicaron. Luego vino el frío – pasamos dos días con las temperaturas entre 30 bajo cero y 50 bajo cero- y nos encerramos en casa. Tuvimos que tapar las ventanas y puertas de casa con mantas y reservar agua en la bañera por si se congelaban las tuberías”, nos indica Bill.
Este frío extremo tampoco ha dejado dormir a los habitantes de Chicago, debido a los cryoseismos o criosismos, “que son ruidos arrítmicos que hacen “pop” o “crac” toda la noche. Son tan fuertes que parece que se te va a caer el techo encima”, explica. “Cuando por fin te duermes sueñas con vivir lejos de aquí”, suspira.
Y no se trata de un hecho puntual, el frío en Chicago se repite cada año. “No sé por qué todavía aguanto los inviernos aquí. Casi todos los años pasamos días como estos que acabábamos de vivir. Me acuerdo del año 2014, cuando estuvimos más de un mes seguido bajo cero”, expresa.
Bill estudió Filología Española en la ULE durante dos cursos y otra carrera en Madrid, otros dos. “Mi padre y yo elegimos León para estudiar español porque mi padre me decía que allí se hablaba muy bien el castellano”, recuerda. Su abuelo nació en La Coruña y emigró a Costa Rica, desde donde su padre lo hizo a los Estados Unidos para estudiar Medicina, quedándose a vivir allí. Bill tiene una hermana que reside desde hace 35 años en Valladolid.
Forofo del Deportivo de La Coruña, se da la circunstancia de que es familiar de Juan Acuña, portero legendario del club, ya fallecido.