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De nuevo, más de 1.000 personas pasaron este sábado 29 de octubre por el pueblo de Rioscuro. Aún con agua, el Festival, organizado por el Ayuntamiento de Villablino a través del proyecto Camminus, resultó ser todo un éxito. Todas las actividades tuvieron una gran acogida. Las rutas, pese a la lluvia, reunieron entre veinte y veinticinco personas cada una.
La ruta de los Tejos duró varias horas y Luis Fernández, además de enseñar las localizaciones de los tejos y los secretos del bosque, enseñó su cabana y los objetos cotidianos de una braña. En la ruta de los Castros, de la mano de Mila y Miriam, monitoras de ocio y tiempo libre del Ayuntamiento de Villablino, los participantes recibieron nociones sobre castros, astures o romanos. El paseo por Rioscuro, bastante numeroso, lo repitió este año Genaro, de la asociación cultural Vilforcos. El paseo terminó en la plaza, donde en una carpa decorada para la ocasión, tuvo lugar un filandón con panderos, panderetas, castañuelas y acordeones.
Asturias fue el origen de la mayoría de visitantes de fuera, seguida por León, Galicia Valladolid, Madrid y Ponferrada, con presencia de gentes de Valencia y otros lugares de la península. La mayoría de grupos visitaron Villablino para participar específicamente en Samhain.
Por la tarde se celebraron los talleres y el calecho, y las calles se llenaron de paseantes que disfrutaron del magosto con las castañas asadas de Ovidio, los fisuelos y el chocolate de la asociación Buenverde y los puestos del mercado, con artesanía, joyería, cosmética natural, embutidos o hidromiel lacianiega.
Más de mil quinientas velas decoraron el pueblo, convirtiendo la calle que une los dos espacios del Festival en un paseo mágico aderezado con los puestos de los artesanos. Tumbas, escobas, amuletos y ramos adornaron Rioscuro desde la escuela hasta la plaza, donde las vecinas del pueblo se involucraron con el Festival creando un bosque mágico en el jardín de la Capilla.
Los más pequeños también tuvieron sus aventuras: aprendieron sobre el cuélebre, cazaron uno y lo decoraron y luego lo pasearon por el Centro de los Castros, pidiendo pepitas de oro a la gente por “haber dado caza al cuélebre de Laciana”, acompañados del grupo de teatro El Escarpín, quienes hicieron una representación teatral en el interior del centro tras pasear al cuélebre. Allí permanecieron los más pequeños, hasta el filo de la noche, acompañados por Mila y Miriam, jugando, tallando hortalizas, decorando calabazas y haciendo pequeños cuélebres.
A las 20:30 horas dieron comienzo los conciertos, donde se reunieron más de seiscientas personas para disfrutar de música tradicional y electrónica. La asociación Vilforcos agotó su tradicional cena brañeira, esta vez de caldo de berzas, para reponer fuerzas y entrar en calor.
Las integrantes de 6 Riales sorprendieron con su energía y su estilo, incluyendo letras específicas sobre Rioscuro y sobre Samhain. Buxane no se quedó corto y Sabu y Sergio, acompañados del violín de Celia y el bouzouki de Kley, pusieron en pie a todo el público y convirtieron la carpa en una fiesta. Los asturianos Llevólu’l Sumiciu abrieron el turno de la electrónica y cogió el relevo Topanga Kiddo, dj lacianiega y ya veterana del Festival.
Los que aún tenían ganas de fiesta, se trasladaron a la antigua escuela de Rioscuro, donde la Comisión de Fiestas y Tse Vaqueira Soundsystem organizaron una fiesta de Samhain.
El alcalde del municipio de Villablino, Mario Rivas, compartió con el público la alegría que supone para el valle continuar esta nueva tradición y que Samhain sustituya a Halloween en nuestra comarca. Además, Abel González, pedáneo de Rioscuro, agradeció la participación de todas las personas implicadas en este Festival que llenó el pueblo de visitantes.
El mayor reto al que se enfrentó la organización del Festival fue la lluvia. La afluencia de público fue muy alta pero “nos quedamos con las ganas de saber que pasaría, cuántos seríamos, si no lloviese y el sol estuviese presente en el Festival de Samhain”, concluye diciendo la nota de prensa enviada por la gestora cultural del proyecto Camminus, Sara Álvarez.
