El escrito de calificaciones remitido por la Fiscalía sobre el caso Pedro Muñoz, por el que el exconcejal de Coalición por el Bierzo en el Ayuntamiento de Ponferrada está acusado, entre otras cosas, de homicidio en grado de tentativa y causar lesiones graves a su entonces esposa, Raquel Díaz, es el escalofriante relato de una relación trufada de agresiones, insultos y situaciones de maltrato físico y psicológico que finaliza con los hechos ocurridos en mayo de 2020 en Toreno que llevaron a Raquel primero al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo y, actualmente, a una residencia anónima donde permanece a la espera de que, más de tres años después, se concrete la fecha del juicio.
El texto del Ministerio Fiscal señala que “desde el inicio de la convivencia (Muñoz y Díaz contrajeron matrimonio en diciembre de 2018 después de más de un año de relación) la relación vino marcada por el carácter controlador y dominante del procesado, quien provocaba discusiones por cuestiones insignificantes para crear situaciones en las que [Raquel] cediera y pidiera perdón, mermando día a día la autoestima de la misma con un comportamiento de maltrato emocional sistemático a todos los niveles”.
Así, se recogen insultos como “estúpida”, “gilipollas”, “zorra” o “puta”, momentos en los que él la echó de casa metiendo sus pertenencias en bolsas de basura y situaciones de control obsesivo por parte de Muñoz, “limitando sus relaciones tanto con su entorno familiar como con sus amistades, llamándola insistentemente para saber dónde y con quién se encontraba en cada momento”. Dicho control, continúa el escrito de Fiscalía, se hizo aún más férreo tras contraer matrimonio, “llegando a verse obligada la víctima a ocultar la existencia de ciertas amistades e incluso a alquilar pisos donde se refugiaba” después de las peores discusiones.
En esos momentos, según el relato de la fiscal, Muñoz la amenazaba para que volviera a casa con expresiones como “puta, zorra, ¿dónde estás? La gente como tú tiene que estar en la calle, como no vuelvas te vas a enterar”. Asimismo advertía a Raquel de que no contara a nadie lo sucedido, pues en caso contrario “le iba a arruinar la vida o hacerle daño a sus seres queridos”.
La violencia psicológica, apunta la Fiscalía, iba acompañada de violencia física, desde empujones y golpes a “auténticas palizas” que provocaban lesiones visibles en la víctima que ésta maquillaba “para no tener que dar explicaciones”. Esta conducta provocó en Raquel “una absoluta sumisión” que la llevó a tener que recibir asistencia psicológica y psiquiátrica desde 2018 y que desembocó en el episodio conocido en el que “siguiendo instrucciones de su marido, acudió el 22 de agosto de 2019 a un notario para otorgar un acta de manifestación en la que afirmaba no haber sido maltratada jamás por su esposo”.
Discusiones, amenazas, golpes y una paliza casi mortal
La serie de hechos por los que el Ministerio Fiscal ha pedido una pena total de 18 años y 9 meses de prisión para Pedro Muñoz arranca en el mes de agosto de 2017 con una fuerte discusión que fue creciendo hasta que Muñoz cogió a Raquel “por la fuerza, arrastrándola y bajándola por las escaleras mientras le decía ‘tú vas a hacer lo que yo te diga’”. En aquel entonces, Raquel confesó a su hermana que lo sucedido “no era nada en comparación con otras ocasiones”.
Tras otra discusión con agresión de la que quedó constancia por una llamada al 112 el 13 de marzo de 2018, el 28 de febrero de 2020 se produjo otro episodio de violencia después de que Raquel se fuera de casa tras una discusión previa. Entonces, según el escrito de Fiscalía, Muñoz se presentó donde estaba ella “recriminándole que tuviera los zapatos puestos y que hubiera roto una serie de enseres de la vivienda […] continuando con sus reproches de forma irracional hasta que consiguió sacar de sus casillas a [Raquel], para a continuación agredirla mientras le gritaba ‘te mato, hija de puta, te mato, te mato. ¿Qué es lo que quieres, que te mate? ¿Eso es lo que quieres?’, mientras ella, inmovilizada por él, gritaba ‘¡déjame en paz, hijo de puta, déjame en paz!’, contestándole él ‘grita, grita más, zorra, grita abusona, grita abusona’, respondiéndole ella ‘me cago en Dios, ¡mátame, mátame, mátame ya de una vez!’, consiguiendo finalmente que la soltara, encontrándose ella misma con un ataque de ansiedad”.
Finalmente, el 27 de mayo de 2020, en el inicio de la desescalada por la pandemia, llegó el día que desencadenó todo el proceso, cuando ambos se encontraban en la casa de Toreno a la que habían acudido para pasar el confinamiento. Según el relato de la fiscal, se inició una discusión que se alargó durante la tarde hasta que “sobre las 22 horas, mientras [Raquel] se encontraba en la terraza de la parte superior de la vivienda, su marido se dirigió a ella, la agarró por el cuello y, mientras ella trataba de quitárselo de encima, la lanzó por el balcón, cayendo al suelo y golpeándose la cabeza. Después la arrastró hacia el salón y cogió un palo con el que la golpeó en repetidas ocasiones, además de propinarle golpes por otras zonas del cuerpo consistentes en patadas y puñetazos”. Tras ello, Muñoz “se arrepintió, la colocó en posición de seguridad y alertó al 112 pidiendo ayuda, presentándose los servicios médicos en el lugar, quienes atendieron y trasladaron a la víctima al hospital en estado de extrema gravedad”.
17 lesiones diferentes y secuelas muy graves
El informe forense resultante de estos hechos arroja un resultado terrorífico, con 17 lesiones diferentes que precisaron para su curación de 171 días y dejaron secuelas muy graves a Raquel Díaz. Dichas lesiones, según los informes forenses, “no se corresponden con un solo mecanismo causal y son absolutamente incompatibles, por gravedad, número y localización, con una precipitación o caída de poca altura”.
La lista de lesiones incluye una herida incisocontusa de 5-6 centímetros en la región occiopitoparietal del cuero cabelludo con un gran cefalohematoma circundante; excoriación en cola de la ceja derecha; hematoma y tumefacción malar e infraorbitaria derecha con sufusiones hemorrágicas; un gran hematoma en el codo derecho; excoriaciones en dos dedos de la mano derecha; un gran hematoma en el codo izquierdo, con excoriaciones tanto en el antebrazo como en el brazo y una erosión lineal de 6 centímetros en el brazo izquierdo; hematomas en tres dedos de la mano derecha; un gran hematoma en la rodilla derecha con despegamiento de la piel; una lesión similar en la cara anterior interna de la pierna derecha; un hematoma en la cara externa del tobillo y antepié derecho; una herida con hematoma en la cara interna del tobillo derecho, con hematomas en la planta del pie; un gran hematoma en la rodilla izquierda con excoriación en la cara externa rotuliana; hematoma y erosión longitudinal en la pierna izquierda; un gran hematoma en el tobillo izquierdo con múltiples erosiones puntiformes; traumatismo craneoencefálico severo con fractura longitudinal occipital derecha; hemorragia cerebral; fracturas en tres vértebras y fractura del sexto arco costal posterior derecho con neumotórax y derrame pleural.
Como consecuencia de estas lesiones, Raquel presenta secuelas nerviosas, motoras y sensitivas que “la imposibilitan para la realización de cualquier tipo de profesión u oficio, precisando asistencia para todas las actividades básicas de la vida diaria”. Además, a nivel psicológico presenta “signos de inestabilidad emocional, distorsión cognitiva, sentimientos de desesperanza e inutilidad, así como fenómenos de adaptación paradójica, provocando todo ello sufrimiento emocional”, así como síntomas compatibles con el estrés postraumático.
Muñoz fue detenido días después, el 1 de junio de 2020, y permaneció en la prisión de Mansilla de las Mulas hasta el 25 de mayo de 2022. Actualmente, Raquel Díaz se encuentra internada en una residencia cuyo paradero no se puede desvelar por su propia seguridad, mientras que Pedro Muñoz está en libertad provisional a la espera de que se decrete la fecha del juicio.