Las imágenes propias de una película de catástrofes iban apareciendo en el móvil a la vez que los últimos datos de las encuestas. Las llamas –enormes, furiosas– estaban dejando la Sierra de la Culebra convertida en un inmenso campo de cenizas. Los trackings, las actualizaciones privadas de los sondeos de los partidos y empresas especializadas, comenzaban a dibujar un mapa de Andalucía que suponía un vuelco político todavía difícil de creer. Solo ayudaba a darle verosimilitud recordar la expresión del candidato socialista los últimos días de campaña.
DESIERTO GRIS
Con las fotografías y los vídeos del incendio era fácil imaginar la enorme mancha negruzca que señalará durante décadas la Sierra de la Culebra. Adiós a los pinares, a la fauna, a la caza, a las setas, al turismo rural… Más razones para que abandonen la comarca los pocos habitantes que todavía permanecen en ese inmenso territorio despoblado que incluye desde Maragatería y Cabrera hasta Orense y Portugal y continúa por Zamora y Salamanca en el sur. Aunque sería fácil señalar gran parte de Castilla y León. Tierras altas y duras, frías en invierno, un secarral en verano, de donde desaparecen las minas, las centrales térmicas, la agricultura ruinosa y cada verano un trozo de lo único que queda, el monte.
ESO DE LA EMPATÍA
La imagen se completa con la secuencia de los políticos que tienen que atravesar a toda prisa, en sus coches con los cristales tintados, los pueblos donde solo reciben insultos y patadas tras visitar la zona del incendio vestidos como si fueran a una montería. ¿Irá a Zamora el día 25, como tenía previsto, el vicepresidente de la Junta, García-Gallardo, a explicar cuáles son para Vox las causas y las soluciones de la despoblación?
A la misma hora que las redes sociales hacían memes y más memes con todos ellos, en Sevilla, Juan Manuel Moreno –convertido en Juanma– bajaba a la calle con una bandera de Andalucía y daba las gracias “a sus jefes”, los andaluces, por haberle dado la oportunidad de gobernar en solitario, sin Vox, respaldándole con una mayoría absoluta que el Partido Popular no había osado ni soñar hasta hace unos días.
Moreno Bonilla puede parecer tan político funcionario ramplón como los de Castilla y León. Pero después de tener el peor resultado de su partido en 2018 consiguió gobernar con Ciudadanos y el apoyo, siempre chirriante, de Vox. Fernández Mañueco, con idéntico pésimo resultado en 2019, solo necesitó a Ciudadanos. Tres años después los dos adelantaron las elecciones: Mañueco, en la comunidad que siempre ha sido del PP, quedó en manos de Vox y Moreno, en la comunidad que siempre ha sido del PSOE, ha parado las aspiraciones de la apuesta de Abascal, la sobreactuada Macarena Olona, y sumido a la izquierda en una crisis existencial. Hay otra coincidencia más, Juanma Moreno tuvo su macroincendio, en Sierra Bermeja, en plena campaña electoral. Pero eso no ha impedido que le voten los del PP, los de Ciudadanos y bastantes de Vox y PSOE.
TRES MODELOS
Ante las elecciones del próximo año, los presidentes de comunidad y los alcaldes del PP tienen tres espejos: la supermotivada Isabel Díaz Ayuso; Juanma Moreno, el hombre tranquilo; y el hombre gris. Adivinen a quién no elegirán previsiblemente como modelo.
Claro que en la izquierda lo tienen peor. No tienen modelo, ni bueno ni malo. Bueno, malo sí: nadie querrá acercarse a Pedro Sánchez. Y con lo que se espera para el otoño la cosa puede ponerse peor. Así que todo el mundo está intentando montarse las mejores vacaciones que pueda sin mirar la inflación, olvidarse por un rato de echar pestes de los políticos y que sea lo que el diablo quiera a la vuelta. Feliz verano, si nos dejan.
Ángel M. Alonso Jarrín
@AngelM_ALONSO