La casualidad ha querido que sucediera un día de lluvia, como si el propio cielo berciano llorara por la pérdida de uno de sus símbolos. Fue pasadas las tres de la tarde, cuando el pueblo de Anllares, del término municipal de Páramo del Sil, todavía terminaba de comer o estaba tomando el café vespertino. Día plomizo, sí. Cielos cerrados y temperatura que se cuela con la humedad de los huesos, de las viejas estructuras de una comarca que antaño fue rica y dilapidó millones de pesetas, ahora euros, en vidas frenéticas y rápidas sin pensar en el mañana, que siempre llega querámoslo o no.
La voladura de la chimenea de la central térmica de Anllares, la primera de las que han de venir en todo León y en toda España, zanja toda discusión sobre cualquier recuperación de la industria mineral del carbón utilizado para la producción de energía eléctrica. Alta, indiferente a todo el barullo que hoy se congregó para ver su desaparición, la chimenea mantuvo 40 años de trabajo directo a doscientos trabajadores, por no contar a mineros y transportistas e industrias derivadas para su funcionamiento. El Bierzo era entonces la capital de la energía española, que vio nacer a Endesa y su central, otra que está también condenada a desaparecer. Y es que no se entiende para lo que estas fornidas gentes del noroeste español supone un hecho histórico como el que se ha producido casi a la par que el periodista escribe estas líneas.
Puede que se construyeran muchos parques industriales para industrias que no existían y que deberían haberse logrado animar a instalarse en la comarca. Puede que en pueblos relativamente pequeños tengamos un impresionante polideportivo o un centro cultural con teatro para espectadores inexistentes pues las pequeñas pedanías de tal o cual municipio se están deshabitando. Y sin embargo, la carretera que más riqueza transportó, la de Villablino hasta Ponferrada, paralela al río Sil y al abandonado tren de la MSP, sólo se tornó en autovía gratuita por la Junta de Castilla y León de la capital berciana a la localidad de Toreno. Nunca se culminó, ni llegó a su destino.
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