Poder soplar cien velas es un privilegio y un motivo más que justificado como para que la pedanía de Caboalles de Abajo celebrase que hace un siglo nació uno de sus vecinos, Belarmino Rodríguez Cosmen conocido por todos como ‘el fontanero’. Por eso, la Junta Vecinal junto con el Grupo Cultural, organizaron un cumpleaños muy especial para Belarmino. De hecho, hasta el propio pueblo se engalanó para la ocasión.
La celebración comenzó con una misa en la iglesia de Santa María. Allí, el cumpleañero, acompañado por su esposa Nati, por sus sobrinos y por un nutrido grupo de vecinos, posó muy sonriente para la foto de familia. Una vez finalizada la ceremonia, se trasladaron hasta la Casa del Pueblo donde la alcaldesa pedánea, María Teresa Martínez le hizo entrega de la llave del pueblo y se le impuso la banda conmemorativa de su centenario. Allí, los asistentes pudieron brindar con el homenajeado con un buen vino acompañado por suculentos pinchos.
Y en ese mismo escenario fue donde Belarmino Rodríguez recapituló y contó un poco de la historia de su vida. Desciende de Cangas del Narcea aunque con tan solo catorce años se mudó a Madrid para aprender el oficio de fontanero. “El primer contrato que me ofrecieron era de dieciocho pesetas. Me pusieron a prueba y después de varios días de trabajo cuando me llamaron para quedarme pedí cincuenta pesetas y me las dieron”, recordó el cumpleañero.
Después de su estancia en la capital de España, Belarmino se instala en Caboalles de Abajo donde tenía una vivienda propiedad de sus antecesores. Pero Rodríguez regresó, años después, a Madrid a buscar, como él mismo ha dicho, “a este tesoro”, refiriéndose a su mujer, Nati. Y así fue como juntos y desde el año 1957 se establecieron en Caboalles… y hasta ahora.
Tal y como confesó Belarmino Rodríguez, aquellos años “eran una buena época, ya que había mucho trabajo en labores de fontanería”. De hecho, tal y como ha recordado, “trabajé mucho en Caboalles de Abajo y de Arriba pero también por toda la comarca”. El cumpleañero, que se mostró inmensamente agradecido por el reconocimiento, también quiso dar las gracias a todos aquellos que durante su vida laboral confiaron en él. Que por cierto, fueron muchos y es que Belarmino y Nati no tuvieron luna de miel ya que justo después de casarse se pusieron a trabajar. “La verdadera luna de miel es ahora cuando la estamos pasando”, dijo el homenajeado a la vez que regalaba un dulce beso a su esposa.
Ahora es un hombre que, a pesar de sus cien años, aún conduce y pasea cada día por el pueblo con su mujer ya que goza de un excepcional estado de salud. Y que así siga siendo por otros muchos años más. ¡Felicidades!
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