Dos presidentes autonómicos del PP, Galicia y Castilla y León; y dos del PSOE, Asturias y Aragón, se reunían ayer en León para firmar un documento que no es otra cosa que una mera declaración de intenciones. Los cuatro presidentes exigen desde León al Gobierno central de Mariano Rajoy un nuevo modelo de financiación autonómica que atienda el coste real de los servicios y que tenga en cuenta tres variables importantes: la despoblación, el envejecimiento y la dispersión. Asimismo, los cuatro presidentes se oponen tajantemente a una quita en la deuda de algunas autonomías, porque ello beneficiaría a las de mayor población y que peor han gestionado sus recursos.
Está bien que dos presidentes del PP y otros dos del PSOE se sienten, conversen y lleguen a acuerdos sobre temas comunes. Todo un ejemplo para los líderes nacionales del PP y PSOE, cuya falta de diálogo ha provocado una parálisis histórica del Parlamento nacional, pero también del Gobierno y del resto de las instituciones públicas. Esa falta de diálogo y de iniciativas han llevado, por ejemplo, a que no haya a estas alturas del año Presupuestos Generales del Estado, con lo que eso significa de freno para el desarrollo económico e institucional del país. Sin Presupuestos va a ser muy difícil que se llegue a un acuerdo precisamente sobre el nuevo modelo de financiación autonómica o que se desbloquee en el Parlamento nacional la comisión que debe debatir el complejo problema de la despoblación del mundo rural.
Todos sabemos, incluidos los presidentes de Castilla y León, Galicia, Asturias y Aragón, que la Declaración de León, firmada ayer en el Palacio del Conde Luna, no pasará de ser una mera declaración de intenciones, toda vez que cuando llegue el nuevo modelo de financiación al Congreso de los Diputados los parlamentarios socialistas se deberán a la disciplina de su partido y lo mismo sucederá con los del PP. Y, hoy por hoy, las posiciones de los líderes nacionales del PP y PSOE distan mucho del acuerdo logrado ayer en León. ¿Se atreverán los diputados del PP o del PSOE de Castilla y León a votar en contra de la disciplina de sus respectivos partidos si en el Congreso de los Diputados se presenta un modelo de financiación autonómica que no se atenga a la Declaración de León? Pues no, no romperán la disciplina de voto ni unos ni otros. Pesa más el disfrute del escaño que la coherencia. A esto se le llama doble lenguaje. En León populares y socialistas hacen gala de sonrisas, consensos y acuerdos; y en Madrid, que es donde de verdad se cuecen estos asuntos, se ejecutan acuerdos partidistas sin dar la más mínima opción a una negociación real entre PP y PSOE.
Un ejemplo. Ayer se acordó en León el rechazo de las cuatro autonomías al anunciado cierre de centrales térmicas que queman carbón nacional, pero el otro día el PSOE nacional se abstuvo en el Congreso a la hora de votar una resolución contra el cierre de esas centrales. Los diputados socialistas de Asturias y Aragón se abstuvieron en una materia que sus presidentes autonómicos defienden en sentido contrario.
Hay un auténtico divorcio en el seno de todos los partidos políticos cuando se trata de abordar los problemas del mundo rural. Todos saben que los votos se concentran en las ciudades y que las áreas rurales cada vez pierden más diputados en el Congreso a casusa de la despoblación. ¿Por qué no hablaron ayer en León los cuatro presidentes, por ejemplo, de hacer un frente común para reformar la Ley Electoral?
Lo dicho, otro brindis al sol, eso sí al más alto nivel autonómico, pero sin valor ni trascendencia política. Meras declaraciones que se las llevará el próximo e inminente temporal de viento y nieve.