Talento a raudales. Es el legado que a su paso ha dejado y dejará la escuela municipal de música ‘Laciana’ que este año cumple sus bodas de plata. Y porque veinticinco años no son nada o son toda una vida, según se mire, la celebración ha sido por todo lo alto. Pasado, presente y futuro de esta escuela se dieron la mano en una tarde que consiguió llenar el auditorio de la Casa de Cultura de Villablino de antiguos y actuales alumnos, profesores pero sobre todo de buena música afinada por recuerdos.
El acto, que forma parte del programa de actividades de la Otoñada Cultural del Ayuntamiento, fue conducido por la directora de la escuela municipal, Cristina Astiárraga. Y es que vive por ella porque tal y como reconoció “la vida sin la música sería un error”. Desde el siglo pasado lleva en esta escuela, y según confesó en el escenario, de momento no tiene intención ninguna de abandonar el barco. Un barco que ha acompañado la infancia de muchos niños lacianiegos, que ha cumplido el sueño de otros tantos adultos ávidos por hacer sonar un instrumento o que ha hecho que muchos profesores se dedicaran en cuerpo y alma a enseñar música. Es el acertado resumen con el que Astiárraga daba comienzo al evento.
Durante tres horas, se repasaron minuciosamente los veinticinco años de andadura de la escuela con proyecciones audiovisuales y fragmentos grabados por el antiguo programa ‘Tv Laciana’. No faltaron tampoco cariñosos vídeos protagonizados por antiguos alumnos y dedicados a los que fueron en su día sus mentores y también algunos otros enviados por viejos profesores. La gran pantalla, además, se llenó de grabaciones que recogían diferentes actuaciones de los conjuntos instrumentales, los coros o el conjunto de guitarras de la escuela.
Y para demostrar que de esta escuela han salido y siguen saliendo grandes talentos musicales, antiguos y actuales alumnos se subieron al escenario del auditorio. Con sobrada maestría regalaron su música al respetable Mamen Niño -voz-, Joaquín Martínez -piano-, Juan Castelao -voz-, Abraham -batería- y Álex -acordeón-, Jessica Zarauza -piano- y Borja Rodríguez -acordeón-. El joven Ney Núñez -piano- representó el presente de la escuela mientras que la pequeña Irene Martínez -acordeón- el futuro. El broche de oro de las actuaciones corrió a cargo de Bruno Arias, quien regresó a su tierra y se trajo consigo a un grupo de amigos. Juntos se subieron al escenario rebosando buena música en una actuación en la que también intervino a la batería el gran Iván Taca.
Porque esta pequeña escuela, a pesar de que no emite titulaciones oficiales, ha contribuido enormemente a formar a muchos alumnos que hoy en día profesionalmente se dedican a la música. En definitiva, ha cumplido muchos sueños y ha ayudado a repartir un poco de felicidad.
La escuela de música ‘Laciana’
Fue el antiguo alcalde Pedro Fernández quien implantó la escuela en el municipio en el año 1993. Detrás de él vinieron muchos más regidores, Guillermo Murias, Ángel Crespo, Ana Luisa Durán y el actual primer edil Mario Rivas. Todos supieron mimar y mantener un servicio que quizás sea de los más queridos y demandados en la comarca. Tanto es así que el concejal de Cultura, Ángel Gutiérrez ha vuelto a recordar que el Ayuntamiento seguirá manteniendo la escuela pese a las dificultades económicas que atraviesa el Consistorio. El edil considera que es “un bien cultural que brinda, a la gente que le gusta la música, la oportunidad de aprender”.
Fue el 1 febrero de 1993 cuando la escuela municipal de música echaba a rodar con sesenta y nueve matrículas y tres profesores; Moisés Arnáiz -guitarra-, Ramón Méndez -acordeón- y Cristina Astiárraga -piano y solfeo-. Por sus aulas pasaron un total de veintisiete profesores; hoy en día son siete los que imparten clases de piano, teclado, violín, acordeón, guitarra eléctrica, guitarra clásica, bajo eléctrico, flauta travesera, saxofón, percusión y canto. Dos coros y el conjunto instrumental completan el amplio elenco de la escuela.
Pero antes de que naciera la escuela municipal de música ‘Laciana’ se fundó lo que se conocía como ‘Aula de Música’ dependiente del Conservatorio de Ponferrada y en la que se impartían clases de piano, guitarra, acordeón y lenguaje musical. Sus alumnos realizaban exámenes que sí tenían validez académica pero con la aprobación de la ley de la LOGSE todas las aulas dependientes de conservatorios se convirtieron en escuelas municipales de música sin ningún tipo de vigencia académica. Desde entonces y hasta ahora, los alumnos aprenden como hobby, por propia satisfacción o por pasión.