Seguramente no hay ninguna otra actividad en la vida que saque, de una forma tan nítida, lo mejor y lo peor de cada uno como la política. Y después de un proceso electoral todo se ve aún más con mayor nitidez.
Hemos visto a cobardes esconder la cabeza como avestruces, a ver si todo el follón pasaba y no se los llevaba a ellos por delante. Hemos visto a los oportunistas como auténticos buitres, rondar los restos de lo que creían muerto, confiando en sacar la mejor tajada de un hipotético y tétrico festín. Hemos visto a traidores timoratos como repulsivas ratas, abandonar el barco demasiado pronto. Hemos visto a los torpes acudir como moscas al panal de rica miel, esperando poder disfrutar de la golosina y no quedar atrapados en ella. Hemos visto a los ególatras, como vanidosos pavos reales, buscando su minuto de gloria, al desplegar en público sus creativas y supuestas certeras soluciones. Y hemos visto la cara de incredulidad en los más despistados que por fin, se han dado cuenta de la llegada de hordas, que no identificaban muy bien y que ahora les recuerdan a las aparentes apacibles e inonfesivas palomas que inundan las terrazas de nuestros bares, ahora sí son conscientes de la transformación del apacible pájaro en un agresivo pajarraco que quiere expulsarnos de la zona conquistada a la que viene a comerse glotonamente las migas del pastel. Y hasta hemos visto la venganza en estado puro, como una mantis religiosa que se relame tras su banquete caníbal.
Pero no desfallezcamos, también hemos visto seres amables y honestos, sigamos mirando para descubrir muchas más especies.
De entre ellas, me quedo con las hormiguitas, que son como esa gente trabajadora, discreta, que resuelve problemas sin buscar protagonismo. Me quedo con las leonas, que me recuerdan a las personas tranquilas, serenas pero que saben sacar sus garras si es necesario para defender su territorio y su manada. Me quedo con los San Bernardo, perros nobles capaces de ir al rescate de un desconocido, en plena tormenta, aún poniendo en riesgo su propia vida, simplemente porque saben que es su deber, pues también hay gente así en política, que arriesgan su zona de confort por conseguir lo mejor para la ciudadanía aunque tengan que luchar contra los elementos. Me quedo con las ardillas, listas, ágiles y previsoras, como esas personas que están siempre alerta y atentas a los peligros más cercanos sin dejar de cumplir con el resto de sus responsabilidades. Me quedo con los búhos que representan la sabiduría que te da la experiencia.
Me quedo con la buena política como un instrumento necesario para mejorar nuestra sociedad y con el reconocimiento a las personas que actúan con ese compromiso, que haberlas, haylas.