La incertidumbre generada por los efectos de los rebrotes del coronavirus ha generado un inicio del curso político de muy baja intensidad. La corrupción en el seno de la UGT minera de Asturias acabó con la tradicional cita de Rodiezmo, en la montaña leonesa, donde el presidente del Gobierno o secretario general del PSOE daba el pistoletazo de salida al nuevo curso político. Hoy, por no quedar ya no quedan ni minas y el espíritu minero ha quedado diluido en actos reivindicativos de reindustrializaciones que no acaban de llegar. León ya no es una provincia minera y eso le ha restado protagonismo político.
Con las fiestas de Ponferrada –felicidades hoy a todas las Encinas- sucede tres cuartos de lo mismo. La ofrenda a la patrona, la Virgen de la Encina, era el momento esperado para medir la temperatura política del nuevo curso no solo en El Bierzo sino en toda la provincia. Este año, con buen criterio, el discurso conmemorativo del Día del Bierzo ante la patrona lo pronunciará un representante sanitario de la comarca. A ver si sus palabras remueven algo las conciencias de algunos políticos. Por una vez, los políticos pasan a segundo plano y la concentración de autoridades se reduce al mínimo. Ay, el virus.
Sin elecciones de ningún tipo en el horizonte, la política leonesa va a estar condicionada por lo que suceda en Madrid. Y más concretamente si este Gobierno de pretendida coalición va a ser capaz de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado y, con ellos, la llegada del maná europeo de los 140.000 millones de euros, tan necesarios para unas cuentas nacionales quebradas. De esos Presupuestos depende, por ejemplo, el grado de satisfacción de los leonesistas de la UPL con el pacto de gobernabilidad con el PSOE en Diputación. Un pacto que en ningún caso correrá peligro aunque no se puedan concretar algunos cumplimientos del mismo porque las necesidades en toda España son muchas y los recursos escasos. Y porque, insisto, el peso político de León en el escenario nacional es, hoy por hoy, mínimo.
Además el representante de la UPL en Diputación, el veterano líder agrario Matías Llorente, es un verso suelto dentro del leonesismo, nada ortodoxo y con un gran sentido práctico. Llorente y el presidente, el socialista Morán, coinciden en que hay otras prioridades de urgencia que el debate sobre la salida o no del Reino de León de la actual comunidad autónoma. Esta postura incomoda a la dirección de la UPL, pero el partido leonesista no tiene herramientas para obligar, tensar o exigir más velocidad al proceso si no quiere salir escaldado. Llorente siempre ha sido reacio a plantear mociones que no tienen recorrido político más allá de la frontera del Porma en Puente Villarente.
Ante la indiferencia y un poco de menosprecio de Morán, para rebrotes leonesistas ya está el alcalde de León, Diez, quien no desaprovecha ocasión para marcar diferentes con la Junta e insistir en el agravio comparativo que sufre León. La verdad es que algunas declaraciones y propuestas del vicepresidente de la Junta, Igea (Ciudadanos), se lo pone más fácil. Y por ahí va a discurrir el nuevo curso político en el Ayuntamiento de la capital. Más de lo mismo. A falta de recursos necesarios para dar un gran impulso en todos los sentidos a la ciudad de León bien está un poco de diversión y distracción política apelando al sentimiento y obviando la razón. Con tanto virus suelto no están los tiempos para mucho rigor.