“Nos conocimos hace tres años cuando yo tenía 22 años, la relación con mi pareja era bonita y me sentía protegida y bien tratada. Poco a poco vinieron las malas contestaciones por cosas sin importancia y desacuerdos que acababan en insultos y zarandeos. Piensas que no te puede hacer daño quien te quiere, pero todo acabó creciendo mucho más y llegaron las palizas”, resume María, nombre ficticio de una de tantas víctimas de violencia de género, en este caso en León. Aún tiene secuelas y miedo pese a que ya concluyó una orden judicial de alejamiento de año y cuatro meses, su agresor ya no vive en la ciudad y no ha vuelto a saber nada de su paradero.
María es una de las 102 mujeres de Castilla y León que hasta septiembre de este año están siendo atendidas por el Servicio de Orientación y Acompañamiento Jurídico-Social de Cruz Roja y que en 2017 sumaron 151 repartidas por la nueve provincias. En su caso, decidió utilizar esta prestación aconsejada por Adavas, una ONG que trabaja con víctimas de la violencia de género y ofrece apoyo psicológico y un letrado si la víctima lo precisa.
“En Cruz Roja me facilitaron un dispositivo electrónico, conocido como terminal Atempro, que aún mantengo y me permite avisar de inmediato a la policía si fuera necesario. Ha pasado mucho tiempo, pero cada mes tengo que acudir al servicio de atención integral para que vean que me encuentro bien. La persona con quien hablas te ayuda a quitar peso a lo que has vivido y se agradece mucho”, enfatiza.
En lo que va de año Valladolid está a la cabeza de la utilización de este servicio de seguimiento y apoyo con 55 mujeres, seguido de Ávila (15); Segovia (14); Palencia (7); Burgos (4); León y Zamora (3); y Salamanca, donde en nueve meses aún no se ha atendido a ninguna víctima de maltrato. En 2017, Valladolid encabezó también la lista de casos atendidos (71) por delante de Palencia (17); Segovia (13); Ávila (11); León, Zamora y Salamanca (10); Burgos (7) y Soria (2).
Otro de los servicios que Cruz Roja de Castilla y León ofrece desde 1988 son los centros de emergencia de León, Burgos y Valladolid. Su ubicación no se da a conocer por razones de seguridad de quienes lo ocupan, mujeres que suelen llegar en situaciones límite tras ser agredidas y con un perfil de falta de apoyos familiares y mucha necesidad de ayuda. En estas instalaciones -donde la estancia es de 15 días aunque se puede alargar un poco-, en 2017 se atendió a 158 mujeres que padecieron violencia de género y hasta el final de septiembre de este año a un total de 132.
Contarlo al menor atisbo de violencia
María inicialmente pensó -como ocurre con otras chicas en sus primeras relaciones sentimentales- que “la violencia de género no puede darse en gente joven”. Ahora recomienda a las víctimas “contarlo todo” al menor atisbo de daño físico o psicológico, al contrario de lo que hizo ella. “No podía salir con mis amigas, vivía sola, sentía que la única compañía era la de él, me anulaba y se encargaba de sacarme de mi entorno. Cuando el maltrato ya dejó huella, decidí después de tiempo ir a ver a mi familia que residía en la misma ciudad y mi agresor me acompañó. Pese a que tenía marcas en la cara, él quería asegurarse de que yo pondría las típicas excusas y no contaría lo realmente sucedido. Entonces no denuncié nada”, expone.
La situación, después de más de un año de sufrir malos tratos, se apaciguó tras la ruptura de María con el agresor y la marcha de éste fuera de León, pero después de un tiempo regresó, quiso retomar la relación sentimental y todo se complicó. “Empezó a amenazarme de forma constante y a seguirme a mí y a mi familia. Cuando me decidí a denunciarle, me esperó al salir del trabajo con algo que parecía un arma y pude huir y llegar a casa en coche llorando”, relata.
“Mi madre, que ya sospechaba algo desde hacía tiempo, aunque yo pensara que no, fue quien me obligó a ir la Guardia Civil. El proceso es muy duro y hasta que no te sientas luego a hablar con un psicólogo no te das cuenta que eres víctima, duermes mal, tienes pesadillas y en cualquier relación posterior cualquier salida de tono en seguida te pone en alerta”, concluye.
Prevenir y sensibilizar
Cruz Roja dedica una atención destacada a todo lo que tiene que ver con la igualdad de oportunidades y en el trabajo que realiza con mujeres incide desde su empoderamiento a la parte de prevención y la sensibilización sobre la violencia de género, labor que comienza desde la sección de Juventud. “Se hace en todo tipo de contextos y en los propios centros escolares como una primera intervención”, señala Eva Fernández Rodríguez, coordinadora autonómica de la ONG.
En cuanto a la parte asistencial dentro de la red integrada de atención a mujeres víctimas de maltrato de Castilla y León, Cruz Roja cuenta por un lado con el Servicio de Orientación y Acompañamiento Jurídico-Social, que financia la Dirección General de la Mujer de la Junta. Aquí se informa y ayuda a las mujeres a tomar la mejor decisión a la hora de denunciar a sus agresores, además de complementar en ocasiones peticiones basadas en necesidades básicas o relacionadas con el empleo a las que se pueda dar una respuesta.
“Se intenta que las víctimas actúen de forma madura y por ellas mismas y sepan a lo que se enfrentan cuando llevan a cabo a una denuncia”, explica Eva Fernández, quien aclara que Cruz Roja no da asistencia jurídica, pero sí atiende lo mejor posible a las mujeres que derivan los coordinadores de caso en cada provincia. “Se trata de que dispongan de la información más exacta sobre los pasos a dar y que se relacionan con el Derecho Civil y de Familia, junto a cuestiones del día a día para intentar salir del círculo de violencia en el que están inmersas”, expone.
En cuanto a los tres centros de emergencia que gestiona Cruz Roja de Castilla y León, en ellos se ofrece sobre todo el máximo posible a sus ocupantes para que tomen aire y en muchos casos vienen acompañadas de menores. Los canales de acceso se realizan a través de los coordinadores de caso en cada provincia desde que se implantó en modelo ‘violencia cero’ de acción social; desde los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado; y las secciones de Mujer de cualquier delegación territorial de la Junta. “No se precisa de una denuncia para poder ingresar y una vez que la mujer quiere salir de su hogar tras padecer situaciones terribles lo que se intenta transmitirles es mucha paz”, indica Eva Fernández.
A su vez, la coordinadora autonómica explica que la estancia es muy corta –15 días salvo algunas excepciones donde se prolonga- y en este tiempo se presta a las víctimas apoyo psicológico de urgencia, al tiempo que se detectan las necesidades que tienen a nivel jurídico para que luego decidan qué hacer, si se van con familiares o ingresan en una casa de acogida de larga permanencia. “En el caso de los menores, en cuanto llegan se arregla todo el tema de su escolarización para mantener normalidad dentro de la difícil situación que viven, mientras se apoya a las madres si es preciso en necesidades sanitarias o de gestión económica”, finaliza.