PREMIOS MUJER 2024

¡A las barricadas!

La música es quizá el único componente revolucionario que realmente me ha fascinado siempre. La música de la revolución, quiero decir. O de las revoluciones, y aquí entramos en terreno pantanoso, que tanto da sean estas liberales, marxistas, anarquistas, fascistas o nacionalistas, que de todas ha habido y de algunas todavía hay.

Pues sí: estas músicas son cautivadoras, emocionan y elevan el espíritu más allá del contenido de sus letras –algunas carecen de ellas, pero las menos– que muchas veces son impresentables pero no importa. Verbigracia La marsellesa.

Por esta razón, anatematizar y perseguir alguna de estas músicas sublimes por situarse al lado contrario de nuestra ideología me parece, al menos, incomprensible. Y no digamos si a quien se anatematiza y persigue es a quien disfruta de tales músicas que, como digo, las hay de todos los colores y que dependiendo del binomio tiempo y espacio, unas u otras nos ha tocado vivir –y cantar– a todos aquellos, en el caso español, que superan una cierta edad.

En aquel enfrentamiento incivil incubado en los años de la Segunda República e incluso en los de la Restauración y en los de la minidictadura del general Miguel Primo de Rivera, padre del “Ausente” José Antonio Primo de Rivera, se popularizaron y fueron fe de vida en los dos bandos enfrentados (sí, dos bandos, no la democracia y el fascismo ni otras tantas zarandajas) los himnos “¡A las barricadas!” y el “Cara al sol”, ambos bellísimos himnos, posteriormente rechazados y perseguidos por ambos bandos: por el bando que ganó la guerra el primero y por el bando que la ha ganado en nuestros días después de perderla entonces, el segundo.

El origen de “¡A las barricadas!” es algo oscuro, pero al parecer nace en una prisión polaca a finales del siglo XIX de la inspiración de un poeta y sindicalista preso, Wacław Święcicki, con el nombre de Varshavianka 1905 (La varsoviana 1905). Para otros, al parecer era una canción más antigua (1883) que fue recuperada por el dicho Wacław Święcicki en 1897, en buena hora en ambos casos..

Lo que es un hecho cierto es su popularidad en Rusia durante los periodos revolucionarios de 1905 y 1917, así como su acomodación en España –introducida por anarcosindicalistas alemanes– como himno anarquista en los años treinta del siglo pasado, de la mano de Ángel Miret y del vallisoletano Valeriano Orobón Fernández, que se encargó de la versión castellana de la letra, alcanzando un éxito extraordinario durante la Guerra Civil en el bando republicano y sus alrededores, como es de suponer:

 

Negras tormentas agitan los aires
nubes oscuras nos impiden ver.
Aunque nos espere el dolor y la muerte
contra el enemigo nos llama el deber.

El bien más preciado es la libertad
hay que defenderla con fe y valor.

Alza la bandera revolucionaria
que del triunfo sin cesar nos lleva en pos.
Alza la bandera revolucionaria
que del triunfo sin cesar nos lleva en pos.

Negras tormentas agitan los aires
nubes oscuras nos impiden ver.
Aunque nos espere el dolor y la muerte
contra el enemigo nos llama el deber.

El bien más preciado es la libertad
hay que defenderla con fe y valor.

Alza la bandera revolucionaria
que del triunfo sin cesar nos lleva en pos.
Alza la bandera revolucionaria
que del triunfo sin cesar nos lleva en pos.

En pie el pueblo obrero, a la batalla
hay que derrocar a la reacción.

¡A las barricadas! ¡A las barricadas!
por el triunfo de la Confederación.
¡A las barricadas! ¡A las barricadas!
por el triunfo de la Confederación.

Como se ve en la última estrofa, la canción ya está adaptada como himno de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), que engloba las distintas organizaciones anarquistas de la época, como FAI, CGT, etc.

 

Respecto del “Cara al sol”, tanto música como letra tienen su historia. Juan Tellería, compositor vasco (de Cegama, Guipúzcoa), utilizó la música de su composición Amanecer en Cegama para dar a luz el himno de Falange. Más adelante, durante la Guerra Civil, Tellería salvó el pellejo afiliándose a la CNT e incorporándose al tinglado productor de la propaganda republicana. Posteriorente volvió al redil franquista –no había otra– dando a luz esta vez al himno de la División Azul, entre otros cánticos ad hoc a su tiempo y espacio.

Hoy casi toda su obra está inédita y no sería mala cosa poder hacer un recorrido –sin saber música, como yo– por sus zarzuelas y otras composiciones, entre las que figura La Dama de Aitzgorri, esta sí estrenada con gran éxito en San Sebastián en 1917[1].

Y la letra, fue un encargo del mismísimo José Antonio Primo de Rivera a un elenco de poetas de altura en noviembre de 1935, entre los que figuran el mismo José Antonio, José María Alfaro, Dionisio Ridruejo, Agustín de Foxá, Pedro Mourlane Michelena, Jacinto Miquelarena, Rafael Sánchez Mazas, Juan Ignacio de Urquijo y Eulate y Vicente Cadenas y Vicent, este último tío de un buen amigo mío y por lo tanto “casi” testigo del evento. Un puñado de interesantes vidas y que merecen una a una capítulo aparte.

El resultado helo aquí:

Cara al Sol con la camisa nueva,
que tú bordaste en rojo ayer,
me hallará la muerte si me lleva
y no te vuelvo a ver.

Formaré junto a mis compañeros
que hacen guardia sobre los luceros,
impasible el ademán, y están
presentes en nuestro afán.

Si te dicen que caí, me fui,
al puesto que tengo allí.

Volverán banderas victoriosas
al paso alegre de la paz
y traerán prendidas cinco rosas
las flechas de mi haz.

Volverá a reír la primavera,
que por cielo, tierra y mar se espera.

¡Arriba, escuadras, a vencer,
que en España empieza a amanecer!

 

Dos magníficos himnos o canciones o músicas que dependiendo del cuándo y del dónde usted podrá escucharlas o haberlas escuchado con el pinganillo en la oreja o a todo trapo dando rienda suelta a sus añoranzas y quereres más íntimos sin –con un poco de suerte– que le pase nada.

 

7 de diciembre de 2019

Juan Manuel Martínez Valdueza

[1] Año en que nació mi padre que en paz descanse, por cierto, y que sí debió cantar el himno de Tellería en las heladas jornadas rusas allá por 1941.

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