PREMIOS MUJER 2024

25 años reivindicando una forma de vida

Justo ahora se cumplen 25 años de la primera marcha negra encabezada por los mineros del Valle de Laciana. Una marcha minera que reivindicaba la situación laboral que se estaba viviendo en la comarca; la pérdida de empleo que podía producirse sino se peleaba por la forma de vida de un municipio entero.

La gestión de la empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada no era la adecuada y podía llevar a la desaparición de lo que había sido el sustento del Valle durante los últimos 80 años, en aquel momento.

Hablar de la marcha negra significa recordar también la situación que se estaba viviendo en 1992. Se quería cerrar el Pozo María. Ese cierre conllevaba el despido inminente de más de 200 trabajadores. Pero no solo eso, también se vería mermada, significativamente, la plantilla y a la vez la viabilidad de la empresa.

Y así fue cómo surgieron las primeras movilizaciones. No cabe duda de que las reivindicaciones en la minería, históricamente, siempre han sido duras pero en aquellos tiempos se vivieron fortísimos enfrentamientos con los antidisturbios.

Al echar la vista atrás recuerdas las historias que se contaban después sobre esos enfrentamientos que eran casi como una batalla romana de la que siempre resultaban perjudicados, no solo sus protagonistas, sino que también todos aquellos que se quedaban en el Valle: padres, madres, hijos y mujeres.

Por aquel entonces, yo que tenía 14 años, recuerdo que en los colegios se narraban historias referentes a cómo nuestros padres preparaban los tirachinas. Era chocante pero, definitivamente, o iban a la “batalla” o perdían la guerra. Y los veíamos como esos héroes que salían al circo romano a pelear y siempre regresaban a casa con magulladuras.

Este ambiente de constante crispación y auténtica agonía desemboca en el encierro de ocho hombres en el pozo Calderón. Después se toma la decisión de iniciar una marcha pacífica a pie hasta Madrid porque era la mejor forma de hacer ver, a este país, que la reivindicación del Valle de Laciana era más que justa. Y así nace la marcha negra de 1992; una marcha que nos pone en boca de todo el panorama nacional.

Hasta aquel momento, parecía que los mineros tuviesen cuernos y rabo. Eran aquellos “demonios” que en vez de entrar a trabajar en las entrañas de la tierra parecía que saliesen de ellas. O esa era la visión que el resto del país tenía de nuestros trabajadores.

La marcha negra consigue desmitificar aquel absurdo concepto porque los mineros son gentes normales. Gentes con familias que necesitan seguir viviendo de su trabajo y que en ese momento deciden ir andando a Madrid a exigir al Gobierno central que intervenga en una situación que está en su mano resolver.

Se ponen en marcha 1000 pies; 500 mineros que piden la subsistencia no solo de una empresa, sino de una forma de vida. Y es entonces cuando, a través de la marcha, vemos que tenemos el apoyo de todo un país. Los españoles reconocen que es una forma muy curiosa de reivindicación que sirve de pantalla para ver la situación real que se estaba atravesando en Laciana.

Desde el Valle se implican todos los sectores de la comarca porque en definitiva estaba en juego el futuro de toda una tierra. Y así lo entendían los propios mineros y aquellos que vivían directamente del sector pero también el hostelero y el comerciante sabían que aquella movilización era necesaria.

Y como se hace camino al andar, los mineros llegan a Madrid y son arropados por todas sus gentes pero también por los propios madrileños.

De la capital de España se obtiene una victoria “por la mínima”, no se consiguió, en aquel momento, el resultado esperado pero tras la reflexión del propio Gobierno se logra un acuerdo, que como mínimo, ha dado viabilidad al sector hasta el día de hoy y ha permitido la supervivencia de la minería eso sí, con unos condicionantes.

Esa primera reivindicación fue el germen de otras dos movilizaciones posteriores en los años 2010 y 2012.

Con la marcha minera de 2010, que concluyó en León, se logra la firma de ese Real Decreto de Garantía de Suministro. Posteriormente, la comarca revive, en 2012, aquella primera marcha negra a Madrid con una entrada épica y de noche en la capital del país. Toda la gente estaba en la calle ese día en un momento en el que España tenía muchos problemas. Aún así el Gobierno hizo oídos sordos y desde entonces, y hasta hoy, lo único que se ha hecho ha sido un ahogamiento del sector.

Es cierto que ahora nos hallamos ante el peor momento que históricamente ha vivido la minería pero los antecedentes reivindicativos nos avalan y si en el pasado fueron 500 valientes los que se movilizaron, hoy el Gobierno se puede encontrar no solo con todo un valle, sino con todas las comarcas mineras unidas caminando hasta la capital del país porque somos más de un millón de habitantes quienes dependemos de este sector.

Igual que en aquella película llamada ‘Pídele cuentas al rey’ igual todos juntos hemos de ir a pedirle cuentas a un Gobierno que ha decidido aniquilar a la minería.

Sea como sea, las reivindicaciones sirven para sentir orgullo por lo nuestro. Yo personalmente, me siento orgulloso de ser minero, de tener amigos y compañeros mineros. Siento orgullo de lo que la minería ha significado para nuestra tierra.

Somos conscientes de que, en Laciana, no se puede vivir solo de este sector pero, aún así, seguimos necesitando a la minería como ese primer grano para seguir haciendo montaña. Por lo tanto seguiremos reivindicando algo que creemos que es de justicia. Y si esa justicia no se nos concede a través de las decisiones gubernamentales, la exigiremos en la calle, a través de marchas y de protestas; siempre con una conciencia social que nosotros, en este valle, tenemos. Por eso siempre fuimos llamados el “Valle de la libertad”.

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